Capítulo 9

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Niñas volví con otro capitulo muy cortito porqué me gusta dejarlas ansiosas jajaja y porqué quiero que comenten mucho, mucho, mucho para que pueda subir otro más tarde porqué viene muchas cosas y me muero para que puedan leer. ¿Cuento con ustedes?❤️

- Y la maestra dijo que soy muy inteligente y creativa.

Elisa comentó mientras tomaba un helado con sus padres en un parque, era domingo y decidieron hacer algo juntos.

- Pero eres la niña más esperta. -Mariana le tocó la nariz.

- Y la más traviesa también. -César completó.

- Eso no vale porqué son mis papás. -Dijo obvia haciendo los dos sonreír.

- Pero no mentimos. -Defendió. -Lo importante es lo que eres para nosotros y sobretodo para sí mismo.

La niña guiñó los ojos dos veces con una sonrisa, era una señal de "te amo" que siempre utilizaban. César la llevó para jugar en un columpio y Mariana se quedó sentada bajo el arból mirándolos pero luego desvió la atención cuando vio un hombre que se detuvo a su lado con una linda sonrisa.

- ¡Hola bonita! -Vio a Mariana llevantarse de pronto.-¿Cómo estás?

- Hola Alex. - Dijo manteniendo una distancia.-¿Bien y tú?

- Bien. -Notó la expresión preocupada que tenía la mujer porqué los ojos verdes estaban apavorados-¿Algun problema?

- Es que... -Sentía faltar el aire cuando vio a César acercándose. -Es mejor que te vayas, estoy aquí con mi marido.

- ¿Están juntos? -Preguntó con sorpresa.

- Estamos con Elisa. -Su voz era de súplica porqué sentía un escalofrío por pensar lo que había pasado aquella noche. -Por favor Alex.

El medico asintió y se alejó antes que César llegase, Mariana no sentía las piernas buscando sentarse otra vez en la silla, todo giraba a su alrededor y un malestar invadía su cuerpo por el miedo. Apoyó los codos en la mesa escondiendo el rostro entre las manos, no tardó en sentir una carícia en su pelo y de pronto lo vio preocupado y tenso.

- ¿Qué tienes Mariana? - Preguntó firme. -¿Te sientes mal?

- No, no pasa nada.

- ¿Cómo nada? Estás temblando. -Tomó las manos entre las suyas.

- Creo que es el calor y me bajó la presión pero ya me siento mejor. -Forzó una sonrisa.

Le dio un poco de água y se sentó a su lado viendo a Elisa jugando con una amiga de la escuela. El silencio era pesado, César tenía la mirada fija en su hija pero los pensamientos en otra parte, recordaba la manera en que Alex miraba a Mariana, su presencia la dejó nerviosa y estaba ciego por los celos. Este sentimiento lo hacía pensar lo mucho que ella se dejó tocarse por otro.

- César... -Notando que él estaba serio y estaba segura que bajo las gafas de sol los ojos castaños tenía furia.

- ¿Qué? -No se volteó para verla.

- No tengo nada con Alex, no tenemos contacto y todo ya se terminó hace tiempo. -Explicó. -Fue una casualidad...

- No necesitas explicarme nada. -La interrumpió alzando la voz, Mariana bajó la mirada asustada y tragó en seco. -Perdóname, no quiero ser grosero pero es que ese tema me saca de quicio.

Ella sólo asintió desviando la mirada para esconder las lágrimas que insistian en bajar. La tarde pasó, los dos dejaron las diferencias a un lado por la niña que pedía atención y cenaron juntos en un restaurante. Después César las dejó en la mansión con Elisa casi dormida en brazos, con dolor en el corazón Mariana la despertó para bañarla, no quería salir de los brazos de su padre, enseguida la puso en la cama y no tardó mucho en dormir otra vez. Bajó las escaleras buscando por él que estaba en el despacho revisando algunas cuentas.

- Pensé que ya te habías ido. -Preguntó cerrando la puerta.

- No sé cómo puedes gastar tanto dinero en un més. -Dijo serio y Mariana frunció el ceño fingiendo no saber de qué se trataba. -Veterinarios, farmacia, juguetes. -Se acordó del pequeño perro que Elisa encontró cerca de la casa un día en que estaba paseando con Berta y lo trajo decidida a adoptar. -... Sin contar con los gastos de siempre, ¿no Mariana Lazcano?

- Son gastos de tú hija. -Encogió el hombro porqué sabía que César jamás discutiría con ella por dinero.

- Pues ya puedo empezar a guardar dinero para cúando esté grande. Porqué viene los viajes, cumpleaños, joyas, zapatos, ropas, perfumes, universidad... -Se entretuvo pensando cómo sería con Elisa adolescente y el dolor de cabeza que tendría sobretodo lo celoso que pondría cuando estuviera con un novio.

- No seas dramatico. -Puso los ojos en blanco buscando una bebida para él con la disculpa que se quedara un poco más. -Con lo que ganas puedes bancar a muchos otros niños y además tengo mi proprio dinero ¿o ya se te olvidó?

- Está bien no vamos a pelear por eso. -Suspiró tomando el whisky sin hielo. -Ven aquí.

Mariana se acercó expectante por lo que él le iba a decir pero fue sorprendida cúando la hizo sentarse en sus piernas y le dio un beso apasionado. Ella tomó su cara entre las manos alucinada por el sabor de la bebida que sentía, César desabotonó la blusa lo suficiente para tener acceso a los senos, notó que hacía lo mismo con su camisa dejando un poco del pecho descubierto tocando la piel caliente por el momento y por la bebida.

Minutos después llegaron en enorme sillón casi desnudos porqué trataron de quitarse todo en el camino, se sentó en él otra vez mientras sentía los dedos rozando en su hombro y espalda para quitarle el sostén, la respiración de César bailaba en su rostro haciéndola jadear buscando los lábios otra vez y él estaba embriagado con el perfume que siempre lo volvía loco. Se tocaban intimimamente por unos cuantos minutos hasta que cambiaron de posición, se quedó sobre ella regalando total atención en los senos, Mariana sería capaz de deshacerce sólo con estas carícias ahí porqué estaba tan sensible que sentía dolor y placer al mismo tiempo. Siempre había una urgencia cúando hacian el amor pero ahora era diferente, uno quería guardar cada trazo del otro cómo si ya no conociera y intentaba alargar el momento lo máximo. César bajó los besos hasta alcanzar lo que quería, beso el interior de los muslos haciéndola casi gritar cuando se centró en su intimidad hambriento moviendo la lengua de una manera que sólo él sabía hacer y Mariana apretó los proprios senos en un intento de descargar lo que estaba sentindo.

- No pares César. -Pedía con un hilo de voz pero él se detuvo dejándola frustrada.

- Quiero verte suplicándome. -Su mirada era de puro placer porqué le encantaba complacerla pero también torturarla en estos momentos sobretodo recordando lo que había pasado en la tarde y quería demonstrarle que ningun otro hombre le daba placer cómo él. -Dímelo...

- Por favor no me tortures más. -Movía la espalda pidiendo más. -Necesito...

- ¿Necesitas llegar al orgasmo, verdad? -La interrumpió provocando y la penetró con dos dedos de una sola vez.

- Oh... -Jadeó mientras mordía el labio inferior. -Quiero más.

- Correte para mí, amor. -Dijo en su oído mientras usaba el pulgar para estimular su punto sensible.

Y Mariana lo hizo en segundos bajo la mirada triunfante de César, se ponía duro por verla así perdiendo el control y los ojos verdes se abrían poco a poco alucinados. Se puso entre sus piernas y la penetró, apretó los muslos trayéndola cada vez más hasta estar completo dentro de su cuerpo. Subía las manos por cada curva perfecta de Mariana, deteniendo en los senos otra vez y ella inclinó la cabeza para besarlo. Las almas y los cuerpos se encajaba con perfección, estaban tan felices y absortos cuando cayeron rendidos. César la recibió entre sus piernas y la hizo apoyar la cabeza en su pecho sintiendo el olor de su pelo implorando para que aquella noche no se terminara antes de quedarsen dormidos ahí. Necesitaban cerrar los ojos por un rato antes de que otra tormenta llegase en sus vidas.

Me Dediqué A PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora