Capítulo 2

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- Hay una llamada para ti, Mariana. -Berta dijo viendo a la mujer bajando las escaleras impecablemente vestida.

- ¿Quién es?

- No quiso decir quién era.

- Gracias Berta. -Tomó el teléfono esperando la ama de llaves alejándose. -¿Bueno?

- ¡Hola amor! Te extraño. -Una voz caracteristica sonó al otro lado y Mariana se acercó a la enorme puerta de cristal.

- ¡Hola Alex!

- ¿Estás bien? Te noto rara.

- Sí estoy bien. -Contestó con la mirada perdida en la paisaje afuera. -¿Ya llegaste de viaje?

- Justo acabo de entrar en casa. Te llamé hace poco pero no contestaste, ¿estás huyendo de mí? -Preguntó en un tono seductor.

- No sé dónde dejé mi móvil. -Mintió.

- ¿Nos vemos hoy?

- Sí... -Dijo después de pensar por un tiempo. No era lo correcto pero en su cabeza necesitaba vengarse de César de alguna manera. -¿En media hora es bueno para ti?

- Perfecto! ¿En el mismo lugar de siempre? O prefieres que nos vayamos a otro?

- Lo de siempre. ¡Te veo luego!

Mariana recostó la frente en el cristal y cerró los ojos reprochándose mentalmente, pero sólo de imaginar que en este momento su marido estaba revolcándose con su secretária o cualquier otra mujer la llenó de coraje. Antes que se diera por vencida tomó el bolso y las llaves del coche que estaban sobre el sofá saliendo deprisa de la casa. Condució lo más rápido hasta llegar en el hotel dónde se encontraba con Alex, los dos se conocieron en una cita médica y él empezó a coquetearla aún sabiendo que estaba casada. Mariana puso resistencia hasta el momento en que notó rastros de otra mujer en las cosas de César, en un acto de desespero y odio empezo a encontrarse con el medico de manera esporádica y la diferencia de edad no parecia incomodar ninguno de los dos.

- No sabes cuánto te extrañé. -Alex tomó su cuerpo justo cuando entró el la habitación, ella sonrió moviendo la cabeza cuando él intentó alcanzar sus lábios y se aferró en su camisa.

- No tengo mucho tiempo. -Dijo sintiendo los besos húmedos en su cuello y cerró los ojos intentando centrarse tocando la piel caliente.

- Me muero por tenerte. -La miró con deseo.

Mariana lo empujó contra el colchón y se quedó sobre su cuerpo evitando cualquier dialogo en este momento, hoy no era un buen día para eso. Bajó el vestido hasta la cintura para luego sentir las carícias por todo su cuerpo de manera salvaje. Cerró los ojos por un tiempo juntando todo el dolor y el resentimiento que sentía por César en este momento, sólo así pudo llegar hasta el final con Alex. El hombre hacía todo para satisfacerla y Mariana sentía lo mucho que era deseada, él además de amante era su amigo, muchas veces ella se abría sobre los problemas que rodeaban su vida y él siempre tenía una palabra de apoyo.

Por otro lado, César estaba leyendo algunos contratos pero la cabeza estaba lejos de ahí. Puso el rostro en las manos en señal de cansacio, no físico si no mental, no dejaba de pensar en Mariana y en lo que se había convertido su matrimonio. Detuvo la mirada en una foto de la rubia que estaba sobre al lado de la que tenía los tres juntos. Tomó el retrato entre las manos cómo si realmente estuviera tocando su piel, recordando exactamente el día en que la puso ahí.

 Tomó el retrato entre las manos cómo si realmente estuviera tocando su piel, recordando exactamente el día en que la puso ahí

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