El último suspiró.

Capítulo 8: Los recuerdos.

La soledad te enseña a valorar la compañía o a no quererla de vuelta.

—Desconocido.

* * *

Las gotas de la lluvia se deslizan libremente por la ventana. El color gris se adueña por completo del cielo azul, convirtiendo el sol brillante en unas nubes llorosas. Bebo de mi chocolate tibio sin dejar de ver la lluvia caer, el sonido de mi celular me hace dar un respingo. Maldigo cuando se me cae un poco en la manta que cubre mi cuerpo.

—¿Que? —contestó de mala gana.

La otra persona ríe.

—¡Que agresiva! —se burla.

Suspiró tratando de relajarme.

—¿Que sucede? —pregunto—, estoy tratando de no matarte por teléfono por interrumpir mi jodida tranquilidad. Así que habla ya, Joshua.

—Adivina que te conseguí, preciosa —alarga lo último haciéndome saber lo borracho que esta.

«Inhaló paz, exhaló odio...»

—No soy una puta adivina.

Dice unas cuantas cosas poco entendibles hasta que suelta las palabras malditas.

—Tengo una buena porción de mariguana, y ese polvillo que tanto te gusta —anuncia con entusiasmo—. Estoy en casa de Caden, esperándote.

Joder....

—Eh.. no lo se, estoy —pienso una escusa, pero mi mente queda en blanco—. No puedo.

Digo finalmente. El ríe alocadamente, le dice algo a alguien y después me dice:

—No puedes correr, nena —chasquea la lengua—, estamos ansiosos por ver tu hermoso culo aquí, no nos defraudes.

Cuelga sin dejarme protestar.

—Mierda —resoplo.

Paso una mano por mi cabello frustrada, el solo saber que el ya tiene lo que le pedí hace que se me sequé la boca. Me pierdo entre todos mis pensamientos, escuchando dos voces que me dicen "ve, tu no puedes cambiar" y la otra "no caigas, eres fuerte" Unas enormes ganas de llorar me invaden, sintiéndome impotente al no poder ser capaz de dejar eso que me hace daño. El corazón se me oprime dentro del pecho del dolor y el vacío que siento, miles de preguntas me atacan. ¿En que momento me convertí en esto? ¿Como puedo detenerme? ¿Soy capaz de hacerlo?

Pero la oscuridad gana, dejándome en claro lo débil que soy por no poder detenerme. Me acercó a mi armario en busca de algo sexi para llevar, termino decidiéndome por una falda con una abertura en la pierna y un top, unas medias de encaje y unas botas de tacón. Me dejo el pelo suelto, me maquillo un poco. Salgo de mi habitación.

—¿A donde vas? —pregunta con la mirada en la televisión.

— A una fiesta —voy a la cocina por un vaso de agua.

—¿Con este clima y a estas horas, Ale? —escucho que dice.

El aire se me escapa al escucharla decirme así. Los ojos se me hacen agua por lo que eso me causa, respiro profundo tratando de no alterarme.

—Si, ¿Algún problema? —dije a la defensiva.

—Tengo que decirte algo —me ignora.

Camine hacia la puerta luego de dejar el vaso en su lugar.