Capítulo 10: No regreses.

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Todo lo que necesitas es alguien que se quede sin importar lo difícil que es estar contigo.

Desconocido.

* * *

Los brazos de Ryan me sostienen fuertemente, evitando mi caída. Mi voz suena temblorosa y no se si es por la impresión de volverlo a ver o por la furia que recorre mis venas cuando digo:

—Largo —me incorporó de golpe, sin dejarme vencer por los sentimientos que me invaden—. Vete como lo hiciste hace diez años, hazlo pero esta vez no regreses.

Da unos cuantos pasos hacia mi, de manera cautelosa.

—Déjame explicarte, Lee —los ojos se me llenan de lágrimas ante el apodo por el que me llama.

—¡¿Que me vas a explicar?! —grito entre lágrimas— ¡¿Que me dejaste cuando mas te necesitaba?!

Me acercó a el a grandes zancadas, y cuando lo tengo enfrenté lo golpeó llena de dolor por su ida años atrás.

—Perdón, Kaylee —susurra con dolor.

—No sabes lo que sentí cuando después de perder a mi padre —tome mi pecho al recordar el dolor tan grande que embriagó mi corazón—. Te perdí a ti, a mi mellizo. A mi todo —solté un sollozó.

Toma mis manos entre las suyas pero lo alejó de un empujón, sintiendo asco por su toque.

—Tenía que irme, no podía seguir aquí. En esta mierda de casa —intenta explicar.

—¡¿Y tu crees que yo si quería quedarme?! —explote—. ¡Tenia todo para largarme de aquí pero no lo hice! —escupí— ¡Me quede por ti! ¿Y que recibí a cambió? ¡Una mierda!

Sonoros sollozos se escapan de mi. Cuando lo miro su mirada se desvía hacia otro lado y de inmediato su ceño se frunce y su mirada se trasforma de una de tristeza a una fría, carente de sentimientos.

—¿Quien coño eres tu? —le pregunta a Ryan con frialdad.

Cuando el abre la boca para responder, yo me le adelantó alzando la mano haciéndole cerrar la boca con ese simple movimiento.

—No tienes por qué darle explicaciones a este desconocido —hablo dirigiéndome a Ryan, y dándole la espalda a.... —. Aún no entiendo para que regresaste y no me importa. Te lo pido por segunda vez, lárgate —me limpió el rostro, levantando de nuevo mis propios muros.

—No uses esa maldito tono de amenaza conmigo, Kaylee —dice con molestia—. Ella ya sabe que estoy aquí y me pidió que me quedará.

Una diminuta sonrisa de triunfó se forma en sus labios, pero lo intenta disimular.

—Está es mi casa, y si yo te digo que te vayas —hago una pausa retándolo—, eso harás.

—¡Y yo te recuerdo que también es mía! —grita sin poder contenerse.

—Entonces me voy yo —pasó por su lado chocando su hombro con el mio. Le hago una seña a Ryan para que me sigue y el lo hace—. Quédate con tu puta casa, hermanito.

Ryan entrelaza su mano con la mía, causándome desconcierto por ese gestó suyo.

—¿Estas bien? —pregunta en un susurro suave contra mi cabello.

Asiento con una leve sonrisa, muy bien disimulada.

—¡Kaylee! —gruñe mi nombre en advertencia— No puede irte, y menos con el —se toma de los cabellos con frustración.

—El es la única familia que tengo. La única persona que estuvo cuando mas lo necesite, el único que me a demostrado que le importó —lo empujó por los hombros con fuerza obligándolo a retroceder—. ¡¿Tu donde carajo estabas?! —le reprochó—. ¡Prometiste nunca dejarme y no lo cumpliste!

Cierra los ojos con fuerza negándose a derramar una sola lágrima. Se que si estuviéramos solos el dejaría caer todas esas barreras y rompería en llanto. Cuando los abre de nuevo puedo observar sus ojos tan parecidos a los míos, rojos y llenos de lágrimas.

—Lo siento —expresa—, quise volver pero... no pude. La culpa fue más grande —confiesa.

—¡No me vengas con esas mierdas! —le señaló—, el antes de morir te dijo que no fue culpa tuya y yo te lo repetí una y mil veces.

—No lo entiendes —se pasa la mano por el cabello.

—Si, si lo hago —sonrío con ironía—. Entiendo que eres un cobarde, entiendo que dejaste a la única familia que te queda por ser un... —hago una pausa—, ¡un puto cobarde que no supo afrontar la muerte de su padre!

—¡No fue así puta madre! —grita en mi cara—. ¡Me fui por que tu me recordabas a el y cada que veía tu rostro la culpa me recorría! —cuando la primera lágrima se le escapa, me da la espalda—. Si seguía aquí me iba a volver loco.

«Se fue por mi culpa»

—Vete a la mierda, Keyleth —dije antes de darme la vuelta e irme de ahí con Ryan siguiendome.

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¡Holaaaa! Por fin estoy de vuelta con este capítulo cortito, ojalá les guste por que me costó mucho poder empezarlo y terminarlo también jsjsjs.

Keyleth no estaba planeado desde un principio si no hasta que tuve una platica con una amiga y la idea de un mellizo surgió.

¡Pero díganmeeee que les parece, pol diooo!

¡Nos vemos la próxima, cositas feas!

El último suspiró.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora