Capítulo 2

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Narrador

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Narrador

Sophie se giró hacia Tom y lo miró sería — ¿Tú cerraste la puerta?

— Sophie, ¿Por qué haría eso?

— Pues... – respira – no puedo abrirla.

— No puede ser. — Se acercó hacia donde ella estaba, e instintivamente - y de manera torpe - Sophie retrocedió. Tom ignoró esto e intentó abrir la puerta, pero fue en vano.

— Estamos encerrados. — Confirmó.

Él la miró serio, entendiendo lo que significaba eso para Sophie. Cualquier rastro de enojo en ella de repente desapareció. Comenzó a mirar a su alrededor, lo pequeño que el lugar era, como no tenía ninguna ventana, y respirar dejó de parecer algo tan sencillo.

— Sophie... — Tom llamó su atención y lo miró — Todo está bien.

— ¿Recuerdas que tengo claustrofobia? — Preguntó, dando por hecho que Tom ya se había olvidado de esto.

— Lo sé, pero seguro alguien vendrá por nosotros pronto.

No podía pensar con claridad, y las palabras de Tom no la tranquilizaban.

— ¿Cuánto tiempo pueden tardar en darse cuenta de que no estamos ahí?

— No pienses en eso...

Es más fácil decirlo que hacerlo. No podía no pensar en eso, ¿Y si nadie notaba su ausencia?, ¿Y si tardaban horas?, ¿Era el espacio cada vez más pequeño o era su imaginación?
Sus propios pensamientos hacían que se sintiera mareada, por eso no se dio cuenta que Tom se había acercado más a ella.

— ¡Hey! — soltó cuando tomó con seguridad sus brazos — tranquila.

— No puedo respirar...

— Sophie, si puedes — habló tranquilo — respira conmigo. Puedes hacerlo, sólo mírame.

Mírame. Finalmente Sophie alzó la vista y lo miró a los ojos, provocando que miles de imágenes y momentos vinieran a su memoria.

Mírame. Solía decirle eso cuando veía que no estaba bien; sus ojos, su mirada, el saber que él estaba ahí siempre la hacía sentir tranquila y segura, y está vez no era la excepción.

De repente parecía como si su entorno desapareciera y ambos se hubieran perdido en la mirada del otro, y en los recuerdos...

La intensidad de sus miradas era algo indescriptible. Podían decir todo con la mirada, sin necesidad de soltar una palabra.

Sophie ahora respiraba más calmada, sin embargo, se mantenía en silencio.
Fue Tom quien habló

— Sophie...

Ella no apartó sus ojos de los de él. Cuando Tom estaba por volver a hablar, alguien golpeó la puerta.

— ¿Todo bien allí adentro? — se escuchó del otro lado.

— ¿Todo bien allí adentro? — se escuchó del otro lado

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ᴛʜᴇ ʙᴜꜱɪɴᴇꜱꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora