Capítulo 26(14): La tormenta

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Capítulo 14: La tormenta

Kylo Ren estaba cerca. Rue sentía su oscura presencia en la Fuerza erizándole la piel. Pero pensar en él la distraía del presente, y aún tenía gente a la que proteger. Se centró en apoyar la evacuación.

La cuarta ronda de lanzaderas se elevaba salpicando lluvia y barro a los rebeldes, cuando la noticia llegó a ése extremo de la base: tres naves de guerra de la Primera Orden se desplegaban en órbita. La tensión se disparó en el ambiente mientras quienes aún quedaban abajo comenzaban a agitarse.

- ¡Desconecten toda fuente de poder que quede en tierra! –voceaba Connix por sobre el ruido de los motores y la incipiente tormenta- ¡No dispararán a lo que no captan sus sensores!

De momento, tenían las nubes a su favor. Ellos necesitaban estar más cerca para detectarlos. Rue calculó que en doce naves, aún debían hacer dos rondas más. O una, lo suficientemente apretados. Mirando al cielo, presa de un repentino instinto, supo que esperar a los transportes ahí acabaría mal. Era tercera vez que volvían al mismo punto. Solo bastaba una sonda enemiga para delatar su posición.

Su comunicador repiqueteó en aquel preciso momento, haciéndola dar un respingo. Respiró hondo.

- Siento que estarás en peligro –la voz de su maestro sonaba contenida-. Por favor ten cuidado.

- También lo siento –recurrió a la calma de la luz-. Estoy en ello. Me llevo a los rebeldes de aquí.

Cortó la señal mirando alrededor. Con el Jedi aún en el centro de comando, ella debía actuar sola.

- ¡Oigan! –gritó, y solo unos pocos se giraron. Rodando los ojos, activó el sable de luz, agitándolo sobre su cabeza para llamar la atención del grupo- ¡Escuchen! ¡Esperaremos la siguiente ronda de transportes apartados de la base! ¡Estaremos más seguros en la jungla! ¡Vengan conmigo!

- ¿Sentiste algo? –preguntó Connix, acercándose con expresión inquieta- ¿En la Fuerza?

- Sí, peligro. Las naves no pueden volver a este punto. Debemos movernos de aquí, ahora.

Kaydel tardó dos segundos en sopesar esta información. Señaló con el brazo en dirección sureste.

- A kilómetro y medio de aquí hay una ladera abierta donde los transportes pueden aterrizar. Iré a dar aviso a las naves por una señal segura –se arrebujó en su impermeable mientras volteaba a los rebeldes-. ¡Todo el que no sea absolutamente necesario en esta zona, debe ir con Rue!

Ésta no perdió tiempo hablando. Los rebeldes siguieron el brillo del sable de luz, tal era el poder y la responsabilidad de un Jedi. En los preciosos minutos que siguieron, les escoltó a través de la jungla que se sacudía por los vientos, siguiendo las indicaciones de la teniente a un terreno libre de escaneos.

***

El Jedi y la general discutían algo serio cuando Jon pasó junto a ellos al salir del centro de comando.

- ¿Es posible? Estaba muerto... -alcanzó a oír a Organa, antes de empezar a correr por refugio.

Algo andaba mal, muy mal. No solo por la inminente invasión de la Pimera Orden, Jon sentía algo desagradablemente similar al impulso que lo hizo dejar la base Starkiller. Algo se agitaba en su interior, sin dar tregua, y el exoficial, en un ataque de ansiedad, fue a esconderse a una bodega de provisiones.

No pasó mucho para que la joven Kaya fuera tras él. Desde que habían salido del bajo Coruscant, la twi'lek lo seguía a todas partes, haciendo millones de preguntas acerca de su trabajo de ingeniero.

Star Wars: Una DivergenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora