Capítulo 51(14): El Honor de un Jedi, p1

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Capítulo 51: El Honor de un Jedi, parte I

Pasó demasiado rápido.

Trozos del espejo aún caían cuando, rugiendo, el Sith alzó sus manos hacia él. Su aliado, su igual, su díada... el foco del mundo de Rue se redujo al destello metálico que pasó junto a ella. El sable de luz voló a activarse en manos de Ben quien bloqueó el impacto de los rayos, resbalando varios metros.

El Emperador saltó a encontrarlo.

Gritando una advertencia Rue se estrelló contra los guardias; el Sith sacaba de su túnica un sable... Dolor, la descarga de una pica la arrojó al suelo, el cuerpo en llamas, incapaz de apartar la vista de su díada. Ben bloqueó el primer mandoble, y rojo contra azul se enzarzaron en un veloz duelo a muerte.

En medio de los espasmos, ella solo podía mirar: el Sith cargaba, ágil como una víbora. El aprendiz retrocedía, golpe tras atroz golpe. Mientras rudos pares de manos vovían a arrodillarla, Rue resolvió que si solo podían vencer al Emperador con el poder de dos, ella debía deshacerse de sus captores.

Ben apenas resistía. Ella tenía nueve alrededor, demasiados para no usar armas, a menos que...

Una quietud afilada se asentó sobre ella.

- Tienen tres segundos para soltarme e irse –anunció con voz ronca-. Quien se queda, muere.

Los guardias apenas giraron, atentos al desarrollo del duelo. Como si no la creyeran peligrosa. Rue se adentró en aquel hondo, frío pozo en su interior donde habitaba su oscuridad. Se forzó a explorarla.

- Uno... –crujidos de plasma chocando a lo lejos, el silencio de los guardias era enervante-. Dos...

Las manos asiéndola se tensaron como único efecto, la subestimaban, como tantos otros antes...

- Dos y medio... –insistió entre dientes, localizando sus sables en manos del tipo a su izquierda.

Rue realmente no quería llegar a eso, pero Ben se debatía a lo lejos. Se forzó a recordarlo todo: el sótano, los espías reteniéndola, sus manos sobre ella justo como ahora... el miedo, la ira, el odio, el frío, que inundó sus venas y agitó su respirar. Empuñó ese poder con firmeza, hasta volverlo un arma.

- Tres.

Hasta volverse el arma.

A través de la Fuerza extendió su voluntad, envolvió con ella a sus dos captores. Sintió sus pulsos, sus músculos, sus duros huesos, y les partió el cuello con un chasquido. Cayeron muertos al instante.

Monstruo. Se tragó las náuseas y atrajo sus sables del cuerpo; en un latido los otros siete guardias cargaron contra ella. El plasma violeta tañó al frenar la estocada de su primer rival; picas de béskar, ¿y la armadura? la segunda hoja encontró el hueco de su axila. Empujó el cadáver hacia el siguiente oponente, los cinco restantes abalanzándose con destreza. Rue liberó su oscuridad contra todos ellos.

***

La feroz ofensiva del Emperador lo forzó a deslizarse a su yo más primitivo, a aguantar cada choque de los sables de luz. El frío del lado oscuro despertaba sus sentidos haciéndolo más ágil, reclamando más poder. El miedo, la furia, el profundo odio por el Sith ante él, todo era combustible para Kylo Ren.

Pero Kylo ya no existía, y era Ben quien debía vencer...

Saltó atrás a puro instinto, el plasma rojo zumbó a centímetros de su cuello. Pese a su frágil aspecto el Sith era brutal: los sables restallaban y retrocediendo Ben notó las sombras cerrándose sobre ellos.

Star Wars: Una DivergenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora