III.

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Edmund, Lucy y Caspian se acercaron a una especie de ambón que estaba al centro de un gran salón, este tenía arriba de él un libro con varios nombres anotados y tachados

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Edmund, Lucy y Caspian se acercaron a una especie de ambón que estaba al centro de un gran salón, este tenía arriba de él un libro con varios nombres anotados y tachados.

- ¿Qué son todos estos nombres? – la voz de Lucy tembló un poco.

-Creo que es una especie de pago- Edmund miró a su hermana con preocupación.

-Venden esclavos- dijo Caspian confirmando las sospechas de los Pevensie.

En ese momento las campanas que colgaban del techo comenzaron a sonar, dando la alerta de intrusos. Varios hombres descendieron para atacar, Caspian, con ayuda de la ballesta derribó a varios y luego con su espada en mano se adentro a la pelea.

Un grito resonó en el salón e hizo que todos pararan de luchar.

-Si no quieren que lo haga gritar de nuevo como una niña, bajen sus armas ahora- un hombre entró al salón con Eustace de rehén, el cuchillo que se le había entregado al rubio ahora amenazaba con cortar su cuello.

A pesar de la amenaza, ninguno de los reyes se movió. El hombre que parecía ser el líder apretó un poco más el hombro del pequeño.

-Traigan a la chica- gritó. Edmund tensó su mandíbula de la rabia al ver que otro hombre entraba con T/N atada de manos y amordazada.

Lucy y Caspian soltaron sus armas y estas cayeron al suelo, todo lo contrario a Edmund, quien cada vez apretaba el agarre de su espada.

-Bájala ya muchacho- gritó el líder y T/N negó varias veces hacia el azabache para que no lo hiciera, pero la espada de Edmund tocó el suelo luego de que el hombre que sostenía a la pelinegra la lastimara jalando bruscamente su cabello. -Pongan las cadenas.

Aquellos malhechores colocaron el pesado metal en las muñecas de los reyes y el pequeño rubio, estos comenzaron a forcejear.

-Estos dos irán al mercado- el hombre señaló a Lucy y a Eustace. -Y estos dos- señaló a Edmund y Caspian- Irán al calabozo.

T/N agachó su cabeza mientras el líder se acercaba a ella bajo la mirada de todos los presentes, hasta el pequeño Eustace temía por la pelinegra.

- ¿Qué haremos contigo, preciosa? – ella no respondió. -Mírame a los ojos cuando te hable.

Con su mano y un movimiento brusco alzó el rostro de la chica y sonrió con malicia.

-Serás una excelente dama de compañía- dijo aquel repugnante hombre mientras su mirada llena de lujuria recorría el cuerpo de la pelinegra. T/N sintió temor y asco y comenzó a moverse para tratar de liberarse del agarre del otro hombre que se encontraba detrás de ella. Por sus movimientos su pie fue a dar a la entrepierna del líder, el cuál al instante se dobló del dolor.

-Maldita zorra- dijo con dificultad y su mano se estampó en la mejilla de la chica. El golpe fue tan fuerte que ella cayó al suelo. Edmund trató de acercarse a ella, pero otros hombres lo sujetaron.

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