XI.

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Su pecho ardía y sus manos se encontraban en puños mientras que con fuerza enterraba sus uñas en su propia piel

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Su pecho ardía y sus manos se encontraban en puños mientras que con fuerza enterraba sus uñas en su propia piel. Sus lágrimas seguían corriendo por sus mejillas y eso la enfurecía.

Había perdido la noción del tiempo y no sabía cuánto llevaba sentada sobre la gran roca. Los rayos del sol eran tan intensos que Lucy había sugerido extender el vestido en unas rocas para que se secara por completo. La pelinegra asintió y se dispuso a quitárselo, no sin antes lanzarle una mirada a los reyes para que se voltearan y no miraran su cuerpo.

Tomó su rostro entre sus manos para ahogar varios sollozos y secó todo rastro de lágrimas sobre sus mejillas. En silencio tomó el vestido y se vistió con él, al principio sintió incomodidad, pues la tela se sentía áspera, pero luego de un rato se acostumbró.

Mientras tanto, Edmund y Caspian se fulminaban con la mirada, echándose la culpa en silencio por lo que había pasado.

Edmund sentía un opresión en el pecho cada vez que la imagen de T/N cayendo al agua aparecía por su mente; daba gracias a Aslan por el don que ella poseía, si no fuera por el poder de la sangre dorada... No quería ni siquiera pensarlo.

Lucy se encontraba incómoda y preocupada por la situación, sabía que la bruma verde estaba haciendo de las suyas, pero también sabía que cada uno de ellos tenía que vencer su propia tentación.

Una sonrisa triste apareció en el rostro de la reina al percatarse de la presencia de la pelinegra.

-Es hora de irnos- anunció Lucy. Las miradas de los reyes cayeron en la pequeña para luego viajar hacia la joven, ella no dijo nada y sólo asintió para comenzar a caminar.

Al llegar a la orilla se reunieron con la tripulación. Uno de los marineros le explicaba a Caspian que no habían encontrado suficientes provisiones, el joven telmarino asintió mientras suspiraba con frustración.

El joven Pevensie permanecía en silencio junto a su hermana, ella lo miraba preocupada y lo tomó de la mano para darle un apretón de apoyo.

-Todo estará bien Ed- susurró. Su hermano la miró y le regaló una sonrisa triste.

-Ella debe odiarme en este momento Lu- la voz del joven se quebró y a la reina se le encogió el corazón al ver como su hermano sufría. Él siempre se había mostrado valiente e inquebrantable, pero en estos momentos veía como un hombre sufría por la mujer que ama. - ¿Y si la pierdo? – Edmund miró a su hermana con sus ojos llenos de lágrimas y la reina no hizo nada más que abrazar a su hermano.

Todo este escenario pasaba por alto para la joven T/N, quien se encontraba abrazándose a si misma. Su cuerpo se tensó cuando escuchó unas voces detrás de ella.

- ¿Usted también lo nota capitán? – Era Reepicheep el que hablaba. -Los reyes y  T/N parecían hechizados cuando volvieron, como fuera de este mundo.

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