VI.

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Era el tercer y último día en el que el viajero del Alba tenía su estadía en la isla de Coriakin

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Era el tercer y último día en el que el viajero del Alba tenía su estadía en la isla de Coriakin. Lucy y T/N se encontraban dentro de la biblioteca devorando libros como si no hubiera un mañana.

Lucy leía el libro de hechizos con el que había hecho visibles a los pobladores de aquella isla y entre ellos encontró uno que le llamó mucho la atención.

"Un hechizo infalible para poder convertirte en la belleza que siempre quisiste."

La pequeña Pevensie susurró el escrito del libro y en el reflejo de unos espejos cercanos pudo observar la magia del hechizo. Una sonrisa se dibujó en su rostro al notar que era igual de hermosa que su hermana mayor, pero todo se fue al caño cuando observo su propio rostro en el reflejo, se miró con desagrado y volvió su atención al libro.

"Hazme aquella que, a mi parecer, es más hermosa que mi ser."

Con mucho cuidado arrancó la hoja que contenía el hechizo y la escondió entre su ropa, levantó la mirada y notó que su amiga seguía en su burbuja de lectura.

Unos pasos anunciaron la llegada de alguien más y Coriakin apareció frente a ella, su semblante era más serio de lo normal, como si supiera lo que acababa de hacer.

La reina tragó saliva con nerviosismo.

-Majestad, los reyes requieren su presencia en el salón principal de la mansión- habló neutral y Lucy asintió para salir corriendo de la biblioteca. El mago soltó un suspiro de preocupación; el mal comenzaba a atacar a nuestros héroes.

Su mirada se dirigió hacia la más joven de los Barone, ella no había reparado en la presencia del mago y tampoco en la ausencia de la reina, se encontraba muy concentrada leyendo un libro que narraba la historia de Narnia. Decidió interrumpir la lectura de la chica aclarando su garganta, pero ella ni se inmutó.

-Veo que se concentra mucho al leer- dijo y sólo así la pelinegra apartó su mirada del libro para poner su atención en él. Ella le dedico una sonrisa avergonzada.

-Lo siento, es sólo que... Cada libro es un mundo diferente y no adentrarse en ellos con totalidad sería una ofensa al autor ¿no cree?

El mago sonrió ante la respuesta de la chica.

-Sin duda me recuerdas a mi difunta esposa- confesó con melancolía. -Ella solía pasar la mayor parte del tiempo en este lugar, devoraba libros, uno tras otro y luego se encargaba de resumirme lo que cada uno de ellos le trasmitía, amaba ver como sus ojos se iluminaban, tenía una facilidad impresionante para recordar el contenido de cada uno de ellos.

T/N observaba maravillada aquellos libros que esperaban ser leídos por todo aquel que entrara a esa biblioteca.

-Me hubiera gustado conocerla- dijo ella mientras cerraba el libro que llevaba en sus manos y comenzaba a caminar para dejarlo en su lugar.

PEVENSIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora