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- ¿Crees que los nobles hayan venido hasta aquí? – cuestionó Lucy al joven telmarino

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- ¿Crees que los nobles hayan venido hasta aquí? – cuestionó Lucy al joven telmarino.

-Tal vez...

Los cuatro jóvenes observaban la cueva mientras se adentraban en ella, el clima era fresco y la claridad del día inundaba el lugar. Caminaron un poco más hasta que el rey Edmund divisó un arroyo a unos cuantos metros de donde se encontraban, con precaución caminaron hacia este. El agua era cristalina y se podían observar que varias rocas descansaban en el fondo, entre ellas una estatua de un hombre en cuclillas resaltaba.

- ¿Qué es eso? – Caspian se acercó de más a la orilla, pero T/N lo tomó del brazo para que retrocediera pues ese lugar no le daba buena espina. Edmund los observaba con cierto enojo y sus celos comenzaron a florecer.

Lucy se removió incómoda al sentir que el ambiente se tornaba tenso.

-Miren, una espada Narniana- dijo la pelinegra al notar el arma se encontraba cerca de la estatua. -También hay un escudo... Es un lord- dijo asombrada al darse cuenta de que aquel hombre había caído al agua, en su mente las piezas del rompecabezas se unieron y pudo adivinar la tentación de aquel arroyo.

- ¿No creerás que...? -Caspian se acercó más a la pelinegra bajo la penetrante mirada de Edmund. Ella asintió sin apartar su mirada del arroyo.

-Ya lo creo. El agua convierte las cosas en oro, el escudo es de oro y ese pobre hombre del fondo... pues, también es de oro.

-Su espada no se convirtió en oro; sigue intacta- dijo Lucy y todos la miraron. -Eso quiere decir que la magia las protege.

-Podemos usar la espada de Edmund para recuperarla-dijo el telmarino y el rey de antaño procedió a desenvainar su espada. Con mucho cuidado y con Caspian sosteniéndolo del brazo, Edmund logró sacar la segunda espada.

La pequeña Pevensie le dio una mirada rápida a la pelinegra para darle a entender que tenían que salir de allí cuanto antes.

-Bien, es hor...

-Quien poseyera este arroyo- comenzó Caspian mientras Edmund miraba el agua dejándose llevar por la ambición. -No tardaría en convertirse en el ser mas rico de todo el mundo. Así que reclamo esta isla como propiedad de Narnia y recibirá el nombre de Isla del Agua de Oro. Nadie de nosotros podrá revelar el secreto de estas aguas o recibirá un castigo.

De inmediato los ojos de Edmund cayeron en Caspian como dos cuchillos afilados.

- ¿Con quién crees que estás hablando? -se acercó amenazante a Caspian. -No soy tu súbdito, es más, debería ser al contrario ¿sabes? Yo soy uno de los cuatro antiguos soberanos de Narnia, me debes respeto telmarino- dijo Edmund escupiendo su última palabra con desprecio.

-Con que esas tenemos rey Edmund- respondió con sarcasmo Caspian. -Te lo tenías bien guardado ¿no? Querías retarme, dudas de mi liderazgo.

Edmund soltó una risa sarcástica.

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