XIV.

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Poco a poco el miedo se iba apoderando del rey Edmund, el sólo pensar en que la joven podría morir en un intento por protegerlos le causaba escalofríos, su estómago se revolvía y su mandíbula se tensaba

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Poco a poco el miedo se iba apoderando del rey Edmund, el sólo pensar en que la joven podría morir en un intento por protegerlos le causaba escalofríos, su estómago se revolvía y su mandíbula se tensaba.

Un quejido por parte de la joven fue suficiente para que el azabache regresara a la realidad y se diera cuenta de que su agarre se hacía cada vez más fuerte.

-Lo siento- dijo el rey y la soltó, pero no detuvo su andar.

T/N lo siguió hasta la playa y allí fue cuando Edmund no se contuvo más.

-Es que no puedo creerlo ¡¿Por qué me ocultas algo tan importante como tu posible muerte?! – el grito del rey hizo que los tres hombres que cuidaban los botes dejaran de reír y pusieran atención a los dos jóvenes.

La pelinegra al percatarse de eso le hizo una seña al rey con la cabeza para que se calmara.

-Regresemos al barco Ed- dijo mientras lo tomaba del brazo y lo guiaba hacia los botes. -Vamos cariño-. El azabache no dijo más, ayudó a T/N a subir a un bote y comenzó a remar hacia el navío.

Ninguno de los dos habló durante el trayecto, pero el corazón de T/N se encogió al ver que el rey trataba de ocultar sus ganas de llorar. Al llegar al barco Edmund ayudó a la pelinegra a subir para luego encontrarse con dos marineros que hacían guardia.

-Utilicen el bote para llegar a la playa, allí los espera un banquete para que recuperen fuerzas- habló el rey.

-Si majestad- los hombres de inmediato obedecieron al joven. T/N les dio una pequeña sonrisa a lo que ellos correspondieron.

Cuando por fin quedaron solos la pelinegra comenzó a caminar hacia el camarote, pero se detuvo al no escuchar los pasos del rey. Miró hacia atrás y extendió su mano para que él la tomara, con un leve apretón reanudó su caminar.

Edmund fue quien entró de último y cerró la puerta.

- "Iban a saberlo después de todo"- el rey se acercó peligrosamente a T/N. -Pues bien, ahora lo sé.

Un silencio incómodo inundó la habitación.

-Yo no quería que te enteraras de esa forma Ed.

- ¿Y cuándo pensabas decirme?

Ella no contestó y eso hizo que la paciencia del justo se acabara.

- ¡¿Cuándo?! – ella se sobresaltó y tomó valor para mirarlo a los ojos. Sintió una opresión en el pecho al ver que los ojos del rey estaban cristalizados. La culpa comenzó a invadirla, si tan sólo ella hubiera tenido las agallas para decirle la verdad desde un principio, no estarían en esta situación tan tensa. -Dime ¿Ibas a esperar a que estuvieras agonizando para decirme la verdad? – preguntó un poco más calmado.

-De verdad lo siento, no tuve el valor para decirte... Tenía miedo del como reaccionarías.

Él soltó una risa sarcástica y despeinó su cabello con frustración. Se alejó un poco para respirar profundo varias veces mientras ella lo observaba en silencio.

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