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𝐁𝐀𝐉𝐎 𝐋𝐀 𝐋𝐋𝐔𝐕𝐈𝐀 𝐃𝐄 𝐄𝐒𝐓𝐑𝐄𝐋𝐋𝐀𝐒
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En una habitación.
Se podía ver como la luz de la luna iluminaba aquella oscuridad mientras el vientos entraba por el ventanal.
Él chico que se encontraba en esa habitación solo abrazo fuertemente una de sus almohadas y se cubría bien.
Ya que estar en completa soledad era muy triste. Pensó unos momento que hacer, sin ninguna respuesta solo se levantó, agarró lo primero que vio para vestirse, mientras agarraba las llaves de su moto. Salió.
Estaba claro donde iría, así que con la velocidad al máximo se dirijio a un solo lugar.
Llegando a su destino, sacó su celular, mientras buscaba el número. Al encontrarlo solo marcó.
Espero unos segundo, más bien dos tonos, hasta que contestaron. —Hola..
—Takemichi baja. El de mirada rosa solo escucho al otro lado al rubio. Al parecer lo había despertado.
—¿Smiley?, ¿Qué haces marcandome a las 3:00 a.m?.
Él de cabellera rosada no respondió sus preguntas y hablo.
—Solo baja, te dare un paseo. Rápidamente colgo la llamada, seguido guardo su celular en la chamarra que andaba puesta.
No pasaron muchos minutos para escuchar como la puerta de aquella casa. A los ojos de él más alto solo pudo visualizar aún rubio todavía soñoliento.
Pero por alguna razón al Kawata le parecía muy lindo. Tal vez por falta de sueño lo miraba así.
—Dime, ¿Porqué quieres ir de paseo a esta hora?. El Hanagaki solo se frotaba los ojitos para poder despertar.
—Solo sube, no hagas más preguntas. Hanagaki solo obedeció y se monto en el vehículo.
Al estar todavía soñoliento puso sus manos en la cintura del contrario. Smiley el cual iba a protestar por la acción del más bajo fue callado.
—Si me llego a caer será por tu culpa. No te quejes. El más alto solo suspiro mientras arrancaba la moto.
La velocidad era normal, para la sorpresa del Hanagaki ya que sabía de ante mano que al contrario le gustaba ir bastante rápido.
En eso mira la espalda ancha del chico que iba conduciendo.
'¿Será buena idea recostarme?' pensó.
Con algo de duda solo apretó más la cintura del chico y se recostó en la espalda del Kawata. El de mirada rosa no dijo nada, más bien siguió su camino.
