Prefacio

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Todo comenzó un frío día de enero, alguien había molestado a su hermanito en la escuela, burlándose de que él no tenía un padre, de que la ropa que usaba estaba vieja y desgastada, de que no tenía juguetes bonitos y caros como el resto de los chicos de su edad, y para colmo, habían insultado a su madre, diciendo que a pesar de que recibía clientes toda la noche no podía pagar a tiempo las colegiaturas de su hijo.

El pequeño Felix había llorado toda la tarde a pesar de sus intentos por animarlo, Minho estaba deseando que llegara la medianoche, su sangre hervía, necesitaba golpear algo.

Gimpo no era una gran ciudad, esa noche, cuando fue a la oficina de su jefe, descubrió que la persona que tenía que golpear era el padre del chico que había molestado a su hermanito menor, así que se desquitó con él, dejó ir toda su ira, gritó y pataleó, perdiendo el control de sí mismo por un momento, sus puños parecían tener vida propia y cuando levanto al tipo del suelo para darle la última advertencia, se dio cuenta, el cuerpo del hombre estaba flácido... sin vida.

Minho estaba asustado, más de sí mismo que de las consecuencias, había matado a un hombre, a golpes, con sus propias manos, esas manos con las que juró proteger a su familia.

—Tranquilo muchacho —había dicho Park Jinyoung con una sonrisa—, ese sujeto era una rata, un pedazo de basura que no vale nada, ya mañana veré como me cobro lo que todavía me debe.

Minho no dijo nada, lloraba en silencio después de confesar su crimen, había esperado que en aquel hombre quedara todavía un poco de moral y lo entregara a la policía después de que le relatara lo que hizo, pero en su lugar, el hombre sonrió y lo felicitó por sus "habilidades".

—Ojalá mis hombres supieran usar sus puños tan bien como tú ja, ja, ja —habló su jefe, una risa profunda retumbando desde su pecho—. Ve a casa hijo, mañana voy a depositar el dinero como acordamos, esto es para ti —abrió el cajón detrás de su escritorio, y sacó un sobre amarillo lleno de dinero, Minho no lo contó, pero a juzgar por el espesor, debía haber por lo menos un millón de won ahí—, cómprale algo lindo a tu novia, seguramente tienes una novia, eres un chico competente y atractivo.

Minho asintió, se limpió el resto de las lágrimas con la manga de su sudadera, tomó el sobre y salió de ahí, necesitaba ese dinero.

Él no había buscado ese trabajo, Park lo había contactado después de que su padre murió, le dijo que tenía muchas deudas, que sabía que su familia estaba pasando por una situación difícil y que necesitaba que se hiciera cargo de algunas personas, de esa manera la deuda de su padre quedaría saldada.

Pronto Jinyoung reconoció las habilidades de Minho y le ofreció un trabajo, haciendo pasar su sueldo como matón, como un seguro de vida a nombre de su padre, Minho aceptó, porque sabía que su madre no podría hacerse cargo de todo ella sola, y que ahora él era el hombre de la casa y tenía que ayudar tanto como pudiera.

Pensó que con el tiempo la culpa disminuiría, pero no fue así.

De todos modos, cuando llegaba a casa y veía a su madre y a su hermano dormir tranquilos, cuando en la mañana se levantaba y su madre tenía listo el desayuno, cuando llegaba a casa después de la escuela y veía que dejaba preparada la merienda antes de irse al trabajo, cuando veía que no faltaba nunca comida sobre la mesa, una cama cálida y un techo para los tres, entonces la culpa no importaba.

Pero esa noche no pudo ir a casa, apenas caminó dos cuadras, cayó al suelo de rodillas y vomitó sobre la acera, lloró tanto que le dolió el pecho, la gravilla del camino se enterraba en sus palmas y rodillas, y los nudillos le ardían ensangrentados.

Vagó por la ciudad toda la madrugada hasta que llegó a la playa, el fugaz pensamiento de entrar al mar y acabar con su vida le llegó de repente, sentía tanto miedo y asco de sí mismo que no podía con el peso de su alma.

Se quitó los zapatos deportivos, y los dejó a salvo en la orilla antes de entrar al agua, pero no fue muy profundo, a pesar de todo, tenía que seguir viviendo. No podía dejar a su hermano y a su madre solos, y la muerte era un descanso que no merecía.

Se había vuelto más fácil con el tiempo, Jinyoung le había tomado cariño cuando empezó a matar para él a los diecinueve, e incluso le ofreció ser su sucesor, pero Minho no aceptó, a pesar de todo, él si tenía algo de conciencia todavía, y cuando cumplió veinte se mudó a Seúl e inició su propio negocio.

Cada noche cuando sus pesadillas lo atormentaban, se decía a si mismo que no estaba asesinando a nadie, estaba haciéndole un favor a la sociedad, barriendo de las calles la escoria que las ensuciaba con sus negocios ilícitos.

Ni mujeres ni niños, solo verdaderos criminales.

Era un verdadero profesional, su trabajo nunca dejaba nada que desear, ni errores, ni desastres, ni un patrón que pudiera conducir a la policía a descubrir su identidad, y su tarifa era tan alta que solamente necesitaba limpiar un par de veces al año y eso era suficiente para vivir, para pagar la matricula de su hermano y seguir enviándole dinero a su madre a nombre de ese falso seguro que Jinyoung había creado hace años.

A Felix siempre le pareció sospechoso, que su hermano algunas noches desaparecía sin dejar rastro y regresaba al día siguiente luciendo atormentado, pero los días pasaban y volvía a su actitud brillante y alegre de siempre, jugaba y bromeaba con él las tardes que pasaban juntos en la florería, y la vida era feliz y perfecta, o al menos, eso era lo que ambos se esforzaban en creer.


c o n t i n u a r á 🔜 

Criminal 🔞 [Minsung, Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora