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Fui directamente a la oficina de Lisa con la cabeza gacha y los brazos cruzados tímidamente. Levanté los nudillos débilmente para golpear, pero recordé que estaba viendo a mi novia, no a un colega.

Entré en su gran oficina, el papel de la pared era de color crema y dorado con su escritorio de cristal decorado con marcos de cuadros de su familia y yo. Lisa estaba sentada en su silla giratoria, con los ojos en la computadora frente a ella, su iPhone por la oreja.

–Sí, lo entiendo. Está bien, sí, sí, mhm, está bien, está bien, eh eh, adiós.

Colgó y sus ojos fueron directamente a los míos, apareciendo una pequeña sonrisa hasta que detectó mi incomodidad.

–¿Estás bien, cariño? –Por alguna extraña razón, comencé a llenarme lentamente de lágrimas y avivé mi cara ligeramente.

–Lo más vergonzoso sucedió y creo que me voy a suicidar-

–Woah, woah– se levantó abruptamente de su silla y se acercó. Sus manos ahuecaron a ambos lados de mi cara.

–Cariño, ¿qué pasa?

–Estaba comiendo pastel en la cocina-

–Nini ... ¡¿Higiene?! –Sus ojos se abrieron y yo enojada me aparté.

–¿No te importa lo que tengo que decir? –Lloré.

–¿Por qué te estás volviendo tan dramática últimamente? – Gimió agotadoramente y cruzó los brazos con sospecha.

Rodé la cabeza hacia atrás, pisando un poco el pie.

–¡No lo estoy! Estoy cansada todo el tiempo y siempre estás trabajando-

Fui interrumpida cuando se escuchó un golpe en la puerta, y entró una camarera con un plato de metal en sus manos.

–Su almuerzo, Señora Manoban. Debo dejarlo-

–Solo dámelo, gracias. –ella lo aceptó torpemente y ella se fue en un instante.

–¿Qué es eso? – Pregunté en voz baja.

–Creo que el bistec en cubitos y los pimientos envueltos en una tortilla al horno. –Se encogió de hombros a sabiendas.

Lo dejó sobre su escritorio y mis ojos iban y venían de su cara y su almuerzo.

–Oh, todavía no he almorzado.

–Puedo volver a llamar a Annett y puedes ordenar-

–No, no– respiré. –Estoy bien.

–Entonces, ¿qué pasó antes? ¿Por qué estás avergonzada, bebé? –frunció el ceño suavemente.

–Vomité–Apreté los labios y resoplé.

–Aww–me miró de arriba abajo. –¿Quieres que te lleve a casa? – Asentí lentamente y caí en su pecho.

–Vomité hace tres días, pero pensé que era porque comía demasiado. Creo que estoy enferma. – Se mordió el labio inferior y me acarició la cara con simpatía.

–Voy a almorzar y luego te llevaré a casa, ¿de acuerdo? – Asentí en respuesta y comencé a desabrocharme la blusa, haciendo que sus ojos me miraran con incertidumbre.

–¿Qué estás haciendo?

–Quitándome este puto sujetador. – Me burlé y lo solté, dejándolo caer al suelo. Me abroché la blusa lentamente y crucé los brazos con cansancio.

Lisa se sentó firmemente en su escritorio y continuó con el trabajo por un tiempo, tomando pequeños bocados de su tortilla en el proceso. Se veía tan guapa cuando estaba concentrada así era sexy verla con tanto control.

Llámame Papi 3 - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora