Tres horas después.
Tres largas horas que consistieron en demasiadas paradas de café y descansos para ir al baño.
Nos quedaban dos millas hasta que la navegación por satélite nos llevó a nuestro destino, y afortunadamente los niños se fueron despertando gradualmente.
–Conozco este lugar–murmuró Sydney para sí misma mientras sus ojos seguían lo que nos pasó rápidamente. –Mamá nos trajo aquí, hace años–
Abrí los ojos con curiosidad, pero manteniendo mi atención en el tráfico cada vez menor. Tarareé, tratando de encontrar una forma más rápida de salir de aquí lo antes posible. Eran las seis de la mañana y estábamos todos exhaustos.
–¿Cuándo viene mami? – Oscar bostezó drásticamente en la parte de atrás.
Sentí que mi estómago se enfermaba de miedo.
–Está ocupada con el trabajo en este momento. Tal vez vendrá en algún momento de la semana
–Entonces, ¿somos solo nosotros? –Él pregunta sospechosamente.
–Si– respiré nerviosamente. –Solo nosotros.
–¿Y qué hay de la escuela? –Sydney susurró preocupada.
Mierda.
Olvidé que tenían escuela.
–Escucha–apreté mi débil agarre alrededor del volante. –Las cosas van a ser muy diferentes últimamente. Olvídate de la escuela por ahora, solo concéntrate en divertirte. Esta casa de campo está justo en la playa, te lo vas a pasar genial. Lo prometo.
Simplemente gruñeron en respuesta y se quedaron callados durante los siguientes diez minutos hasta que finalmente llegamos.
Nos detuvimos junto al pintoresco acantilado, la oscuridad se desvaneció en la luz muy lentamente cuando nos acercamos a la parte trasera del automóvil. La casa estaba como había dicho Rosé; bastante grande, pero no tan grande como la nuestra. Estaba pasado de moda con las tejas negras desgastadas y las paredes de guijarros blancos. Había un camino empedrado a lo largo de la hierba susurrante que conducía a la casa. El acantilado sobre el que estaba bordeando la casa era una caída de diez metros, no lo suficiente como para preocuparme profundamente ya que de todos modos no estábamos a una distancia letal del borde.
Sydney y Oscar amablemente me ayudaron con las maletas mientras las arrastraban libremente hacia la puerta principal mientras yo agarraba con seguridad a Ella y la abrazaba.
Cerré el auto, mi maleta en una mano y mi bebé en la otra.
Gruñí mientras intentaba girar la llave oxidada en la cerradura rígida, usando todas mis fuerzas para eventualmente abrir la puerta. Los niños corrieron instantáneamente adentro, donde apareció la habitación turbia para que todos nos acomodemos. Silenciosamente cerré la puerta de entrada detrás de nosotros y encontré mi camino a través del área sombría, notando dos sofás de color burdeos al lado de una chimenea ...
Una chimenea no eléctrica.
–Oh, Dios– rodé los ojos con cansancio y limpié el polvo con las yemas de los dedos.
Esta casa era antigua.
–Este lugar es muy diferente al nuestro
Noté que Oscar comenzó a temblar levemente, sus labios temblando.
–Je-Jen. Tengo frío. No me gustan estas vacaciones
–Déjame encontrar el calentador-
–Está abajo, en el sótano– Sydney informó severamente, no muy feliz por las circunstancias tampoco.
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Llámame Papi 3 - Jenlisa
FanficEres lo suficiente grande para ser mi madre. -Entonces, tal vez deberías empezar a llamarme papi Escrito por: @1d_jollygood (Wattpad) Créditos a ella