Llámame Papi 3 - Jenlisa

9

Eran las tres de la tarde cuando salí temprano del trabajo, mis dedos impacientes golpeaban el volante mientras me sentaba frustrantemente en medio del tráfico. Lisa estaba en el trabajo, como siempre, pero hoy era viernes. Prometió estar en casa al menos a las siete, y yo estaba más feliz que nadie. Me llamó para recoger a los niños de la escuela, y lo puse en el altavoz.

–Oye.

–Oye. –Repetí con entusiasmo, tratando de mantener mi sonrisa en reposo.

–¿Estás bien? –ella murmuró dulcemente. –¿Dónde estás?

–Estoy en tu auto–dije suavemente, rascándome la sien momentáneamente. –Recojo a los niños y los llevo a casa de tu padre. Llevo a Ella a casa de mis padres.

–Ah– infantilmente exasperado. –¿Dónde está mi Ellie ahora?

–En el asiento trasero

–Hola Ellie–Ella cantó.

–Ella está dormida.

–Oh–canto torpemente. –Bueno, dile a Sydney y a Oscar cuando los veas que los amo y que los veré mañana. – Sonreí cálidamente.

–Les diré.

–Entonces, eso está cubierto. Ahora, ¿qué hay de nosotros? – Podía imaginarla sonriendo en su silla de oficina.

–No sé– susurré avergonzada.

–¿Qué quieres hacer esta noche? –ella tarareó burlonamente en la otra línea, su voz casi ronroneando mientras dudaba.

–Podríamos hacer muchas cosas– sus palabras profundas me deslumbraron. –Sorpréndeme.

–¿Sorprenderte? – Me reí ligeramente. –¿Por qué no me sorprendes a mí?

–Soy terrible con las sorpresas. –Discutió burlonamente.

–¿Y yo no? – Puse los ojos en blanco juguetonamente. –Vamos, sabes que soy mala en estas cosas. Probablemente solo haga la cena.

–Entonces haz la cena. –ella sugirió. –

Haces la cena–Me reí, haciéndola suspirar frustrantemente.

–Jen, mi amor, Nini, necesitas llevar a mis hijos a mi padre, Evie a tus padres, y necesitas llevar tu trasero a nuestra casa y preparar la cena. Quiero decir, por el amor de Dios, es solo una comida, espera, ¿sabes qué? Te compraré flores, incluso rosas; te compraré rosas. Hermosas rosas rojas. Y puedes preparar la cena. – Ella se ofreció no tan amablemente, pero todavía lo admiraba de alguna manera.

–Bien–me reí en voz baja. –Haré la cena

–Genial. Estaré en casa lo antes posible. Adiós, cariño.

–¡Será mejor que lo estés! –Entré justo antes de que colgara.

Tomé una respiración profunda y pacífica y esperé tranquilamente a través de este tráfico durante los siguientes diez minutos más o menos. La escuela terminó para los gemelos en quince minutos, y con suerte llegaría a tiempo. Apenas llegué allí. Eran las tres y media cuando finalmente llegué fuera de las puertas, Ellie en su silla Bugaboo Cameleon color crema. Esta escuela era muy pintoresca. Pintar con los dedos en las paredes blancas, un pequeño parque infantil al lado del gran campo verde para los descansos. Mi vieja escuela era un simple edificio de ladrillo con un tobogán roto. Todos los niños salieron corriendo uno por uno, algunos más rápido que otros. Oscar fue el primero en salir, sus pequeñas zapatillas Nike se iluminaban con cada paso que daba rápidamente. Su cabello estaba desordenado y su polo verde estaba manchado con lo que parecía pintura roja, y todo lo que podía pensar era en el detergente que tenía que usar para quitarlo.