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De camino al pueblo en una tarde veraniega, Yeonjun era acompañado por el joven doncel que fungía como institutriz del hijo del príncipe. Dado que, por obligaciones diplomáticas, el Emperador y su hermano estaban desde la mañana en una reunión con sus asesores para resolver las hostilidades con el Imperio Romano. Las calles estaban abarrotadas de tenderetes y civiles, pequeñas carretas cruzando las calles, todo parecía indicar que era un buen día para las compras.

— Ella me exaspera –confesó Daehwi en un suspiro— aunque eso realmente no importa, no hay nada que pueda hacer en contra.

— Creo que ya has hecho más de lo que crees en su contra –comentó con humor y cierta picardía en su voz.

— ¿Qué quieres decir?

— He notado de tu interesante relación con el Príncipe –explicó causando un apabullante sonrojo en el tutor.

— No hay tal relación.

— Intenta mentirme de nuevo –bromeó Yeonjun.

Daehwi ignoró su insinuación y se dirigió al puesto de joyas de Beomgyu. El muchacho h se encontraba acomodando nuevas pulseras y collares para la exhibición cuando vio a los dos donceles acercarse.

— ¡Buen día, Beomgyu!

— ¡Oh, chicos! ¿Qué los trae por aquí?

— Paseamos, es bueno darse un respiro de los aires del palacio –contestó Daehwi con leve dramatismo.

— Entonces pasen, tengo nuevas joyas –invitó y los donceles le tomaron la palabra.

El tenderete de Beomgyu era como una pequeña cabaña donde en adorable mesas con pequeños candelabros que le daban luz a las joyas haciendo que brillen reluciendo los detalles. Encontraron anillos sencillos para el común denominador del pueblo, un anillo con unas pocas piedras preciosas era lo que alcanzaban a pagar; sin embargo, también encontraron collares muy elaborados, con piedras en cortes espectaculares que se reservaban para la simple admiración del pueblo y la compra de los ricos y nobles griegos, Beomgyu era también el encargado de de crear las joyas del palacio real.

— El Emperador mencionó que, de volver, si te gustaba algo simplemente lo tomaras, él me pagará luego –le dijo Beomgyu al joven kómpos quien tenía sus ojos fijos en un collar cuya gema era un cristal ovalado.

— Eso sólo incrementaría mi deuda con él –murmuró para sí mismo—. No estoy seguro de querer aceptar algo suyo, sospecho que, de hacerlo, él podría querer algo de retribución.

— ¿Retribución?

— Sí, Dae, y hablo de meterme en su cama.

— Creí que ahí pasas las noches –replicó Daehwi con cierta voz confusa.

— Pero no le he dado lo que quiere, mi cuerpo –suspiró cansino.

— ¡No te has acostado con él! –gritó Beomgyu sorprendido de oír tan insólita declaración— En la ciudad todas las mujeres y donceles están celoso de ti, ahora veo que es sin razón.

— ¿Por qué estarían celosos?

— Porque has pasado más tiempo en la cama del Emperador de lo que cualquier otro –le contestó Daehwi como si fuera obvio.

Yeonjun pensó que todos en la ciudad tenían una imaginación muy vivaz o bien creían todos los rumores que de boca de las sirvientas del palacio salía, de cualquier forma estaban equivocados. Eso le llevó a pensar lo cómico de la situación pues de hecho debería estar haciendo lo que todos creían y no rehuyendo al alto, y lo más sorprendente era que Soobin se lo permitía.

A LOS PIES DEL EMPERADOR ♛ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora