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Oigo a tu corazón llorar por amor,
pero no me vas a dejar que lo arregle.
Tú estabas dolida, pero yo decidí
que merecías la pena.


Yeonjun sintió su cuerpo temblar al verse tironeado sin cuidado hasta tirarlo al piso. El cuerpo del doncel se dio de sentón contra el frío piso de la recámara, y desde abajo divisó a Soobin de una forma que inconscientemente le calentó, por supuesto aquel apasionado pensamiento se drenó de su ser al ver aquel cuerpo esculpido por los dioses rodeado de ira y enojo.

El muchacho se cuestionó si no sería aquel su final, uno que seguramente Hades le diría merecer por jugar con tal quemeimportismo, por dejarse llevar por una ola de ansiedad y tormentos.

— ¿Qué me vas a hacer? –preguntó con la voz, milagrosamente, serena.

Serena.

¿Acaso era su conciencia quien le decía que si algo sucedía era porque lo merecía?


Cada noche, te encierras,
no me dejarás entrar dentro.
Pero la mirada en tus ojos,
puedo hacer que cambie la marea.


— Algo que me permitirá olvidarte como tanto necesito –le dijo acuclillándose frente a él. Su rostro serio e impasible hacía temer al pequeño— Y que tu ya nunca más vuelvas a influir en mi vida.

"Si he de morir que sea en tus brazos, agapi mou"

Las palabras y deseos son tan peligrosos como el mismo ejército griego.

Soobin movió sus manos hasta la túnica vaporosa que envolvía el cuerpo del muchacho, para arrancársela con salvajismo y dejando tan sorprendido al otro como le fue posible. Al Emperador siempre le hubo parecido y le parecería hermoso el cuerpo pecaminoso de aquel doncel, pero tal vez ahora era menos hermoso pues estaba mancillado con la marca de la traición. El lechoso cuerpo del doncel se estremeció ante el acto, e intentó detenerlo pero la fuerza de aquel fornido guerrero siempre sería superior.

— ¡Agh!

Yeonjun chilló cuando su ex amante lo empujó contra la dureza del suelo de modo que su pecho quedase hacia abajo. El rostro del joven se golpeó al igual que su hombro derecho y cadera tal que por seguro en la mañana tendría moretones.

— No lo hagas –pidió advirtiendo de las macabras intenciones del otro.

— ¿Por qué no?

— Porque sé que me quieres.


En tu corazón, en tu corazón, en tu corazón,
puedo decirte que cabe uno más.
En tu corazón, en tu corazón, en tu corazón,
no me importa quién estuvo ahí antes.


— Te estimas demasiado –le contestó Soobin con dureza separando sin cuidado las piernas del muchacho.

— Sa-sabes que no quieres lastimarme.

— ¿Sabes que aquello que tu has dicho ha sido mi oración noche y día?

— Te lo pido, Soobin... por favor, nunca quise, sólo quería salvar a mi hijo.

— Demasiado tarde para arrepentimientos.

A LOS PIES DEL EMPERADOR ♛ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora