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Me estoy hundiendo, y esta vez
me temo que no hay nadie que me salve.
Este (jugar a) todo o nada,
realmente encontró la manera de volverme loco.


A Yeonjun se le revolvió el estómago sólo de verlos, era una imagen que ningún cuadro en el mundo merecía tener. No con Soobin teniendo a Sunoo en sus piernas, no cuando ese enano desgraciado estaba portándose tan cariñosamente repulsivo con el Emperador, a quien parecía no importarle mucho el asunto. Su puesto hubo sido relegado a un extraño de la mesa dos puestos alejado de Soobin. La vida dio un giro inesperado, un muy doloroso giro.

— Mmgh –casi ronroneó obscenamente el sirviente al removerse descaradamente contra la ingle del otro.

A ninguno en la mesa le gustó ese acto tan impúdico, pero ni Yeonjun ni Daehwi se atrevían a decir nada, pero HueningKai no era un hombre que le gustase quedar con aquello que le incomodaba, y menos con aquello que repudiaba.

— Estamos en la mesa, comiendo, así que modérate –le ordenó sin mucho tacto.

— No he hecho nada –fingió inocencia haciendo un puchero que al príncipe le hizo fruncir el cejo.

— Hay un niño y donceles presentes, te pediré que, ya que pareces haber salido de un burdel, empieces a comportarte como la gente decente en este castillo.

Vaya que estaba muy enojado. Daehwi se aseguraría de recompensar a su, ahora, esposo por aquel acertado comentario que dejó enmudecido al otro y rojo de furia.

— ¿Acaso mi actuar es diferente del de un kómpos? –inquirió con veneno en la voz— Bien podemos preguntarle a Yeonjun lo que es ser una ramera.


Necesito a alguien para curarme.
Alguien a quien conocer.
Alguien a quien tener.
Alguien a quien abrazar.


Soobin frunció los labios cuando su nuevo amante le hizo acuerdo que Yeonjun estaba presente, mucho le costó ignorar su presencia como para que eso se fuera tan fácil. La mirada del Emperador viajó hasta el muchacho quien le dedicó una mirada molesta, pero asumió que tras aquel muro de fortaleza se encontraba el dolido corazón de a quien un día le entregó el corazón.

Yeonjun recordó que antes Soobin le hubiera defendido a capa y espada, siempre lo hizo sin importar de quien lo hacía, pero ahora él único con el que contaba era consigo mismo. El joven se sintió avergonzado de ello, recordarle que en un inicio, y aún ahora, sólo representaba un pedazo de carne de la más baja calidad listo para ser usado al antojo de su consumidor. Su apetito se cortó de golpe, pero decidido a no dejarse amedrentar por las venenosas palabras del enano le contestó:

— Mi comportamiento jamás fue así porque no soy una ramera.

— En realidad, si mi memoria no me falla, fue tu comportamiento bastante reprochable –soltó Soobin con enojo cargado en la voz, su comentario enmudeció a todos— Ahora te recuerdo que no eres en nada mejor que una mujerzuela.


Es fácil decirlo,
pero nunca es lo mismo.
Supongo que de alguna manera me gustaba
la forma en que tú anestesiabas el dolor.


Sunoo sonrió con amplitud sintiendo el sabor de la dulce venganza, por fin era a él a quien el Emperador defendía fervientemente. Del otro lado de la mesa, a Yeonjun se le aguaron los ojos, un nudo espinoso se instaló en su garganta y su pecho se encogió dolorido. Nunca hubiese esperado una respuesta tan cruel. HueningKai y Daehwi miraron al doncel con lástima y mucha curiosidad, se preguntaban qué fue lo que los hizo distanciarse tanto como Grecia y el Imperio Romano.

A LOS PIES DEL EMPERADOR ♛ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora