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Regálame tu risa
Enséñame a sonar
Con solo una caricia
Me pierdo en este mar


En la noche, cuando Yeonjun estuvo de vuelta en la recámara que compartía con el alto Emperador, este aún lucía tenso, preocupado, y lo atribuyó al problema reciente con Daehwi. Aquello le dejó un mal sabor de boca. Soobin no soportaba a los mentirosos, a los cobardes... y nunca perdona la traición. Sus pensamientos de preocupación se disiparon cuando el imponente hombre entró en la habitación, parecía listo para dormir al igual que él mismo.

— ¿Estás bien? –le preguntó el doncel tomándolo de la mano.

Soobin asintió con simpleza pero Yeonjun supo que había un trasfondo. Estaba preocupado. El joven se impulsó con sus pies para alzarse y besar el mentón marcado del otro; sus rasgos faciales tan duros, tan varoniles siempre le parecieron atractivos como el mismo pecado, le recordaban cuan fuerte podía ser, mas si veías sus ojos aceituna divisabas un paraje de tranquilidad y bondad, era amable y amoroso; aquellas dos facetas combinadas creaban, lo que en palabras de Yeonjun era, el mejor Emperador que Grecia podría tener.


Regálame tu estrella
La que ilumina esta noche
Llena de paz y de armonía
Y te entregaré mi vida


— Así cualquiera estaría bien.

— Hoy..., tal vez fuiste cruel con Hwi.

— No fui cruel, Yeonjun –refutó con calma pero su tono de voz sugería un deje de disgusto— créeme, porque puedo ser tan cruel como el mismo Julio César.

— Perdóname si no puedo creerte –susurró sensualmente apegándose al cuerpo caliente de su amado.

— ¿Me crees así de blando?

— Creo que... —su diestra acarició la mejilla de Soobin mientras de su boca las palabras fluías— ningún hombre tan bueno puede transformarse en un monstruo sin alma.

— Agapi mou, esas son fábulas y las fábulas no existen.

— Entonces, ¿por qué me haces vivir una?


Haces que mi cielo
Vuelva a tener ese azul
Pintas de colores
Mis mañanas solo tú


Y Soobin no pudo contener la llama de orgullo y amor que se encendió en su corazón, la emoción de saber que Yeonjun lo quería con pasión irrefrenable. Tomó al chico en brazos y se dispuso a besarlo, acabar con sus labios como si del fruto prohibido se tratase; y acariciar sus caderas hasta saciarse de sus femeninas curvas. Yeonjun soltó un gemido suave, extasiado del candente tacto ajeno sobre su tersa piel. Cuando los besos se acabaron, Yeonjun se distanció lo suficiente como para tentarlo desprendiéndose de su toga, su cuerpo angelicalmente desnudo quedó a gusto ajeno, y con sensualidad se tumbó en la cama boca arriba. Era una extasiante invitación a pasar una noche de pasión en brazos del placer.

— ¿Por favor? –pidió con descaro mordiendo su labio inferior como si no pudiera contener sus ganas de sentir enterrado en su cuerpo al mayor.

Soobin se arrancó la túnica sin pensarlo un segundo más. El cuerpo en llamas de Soobin se ubicó sobre el de Yeonjun, rozando cada parte que le fue posible, sus piernas, sus brazos, su torso, y su intimidad. Los belfos de ambos volvieron a unirse con desespere, como si un largo tiempo hubiese pasado desde la última vez que se acariciaron.

A LOS PIES DEL EMPERADOR ♛ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora