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Sutilmente, y bajo la súplica a los dioses, Soobin dejó el cofre que Beomgyu trajo al palacio en su recámara, sobre la cama para que Yeonjun lo viera a la mañana siguiente, esperaba poder hacer buen uso de esas escasas prendas. Como ya era costumbre, Yeonjun seguía durmiendo en su habitación, y en la mañana tomaba un baño en la recamara asignada y se vestía. Esa tarde pasó gran parte de su tiempo en los jardines del palacio, a veces charlando con Daehwi cuando no estaba ocupado cuidando de Jungwon, le gustaba la brisa fresca y el aroma de las flores, pero se sintió vagamente solo pues acostumbraba estar, al menos por unas cuantas horas, con el Emperador; sin embargo, hoy eso no iba a ser posible pues estaba ocupado con enviados de Roma. Lo extrañaba, más de lo que creía poder.

Almorzó con Daehwi en el área de sirvientes, algo que le incomodó en absoluto, pues no quería estar sentado a la mesa con Yuna o Karina, aunque a esta última ya no la hubo visto con frecuencia en el palacio. Cuando fue a buscar a Choi este se excusó con pesar:

— Lo lamento Yeonjun pero hoy estoy muy ocupado –se lamentó cuando el joven le preguntó si almorzarían juntos —hay demasiadas cosas por resolver y no creo dar abasto con ellas en una sola tarde. No me esperes despierto.

Cerca del atardecer, y luego de haber cenado, subió a su recámara para refrescarse topándose con el cofre que Soobin dejó ahí, lo vio en la mañana pero no indagó más allá de una rápida mirada. Esta vez se atrevió a abrirlo y al hacerlo quiso asesinar a Beomgyu. Al menos le incluyó una prenda que lo cubriera, o eso esperaba el doncel. Entonces supuso que el Emperador esperaba verlo vestido de forma tan sugerente para continuar su pequeño juego erótico del otro día. ¿Sería propio ir esa noche a verlo al salón? No quería ser una molestia ni mucho menos interrumpirlo con sus ayudantes, pero se acercaba la hora de dormir y suponía que no se quedarían más allá de las ocho de la noche. Con la resolución definida llamó a su doncella para que le preparara un baño con los mejores y más deliciosos aceites para el cuerpo, quería lucir su tersa piel y relucir con el mismo brillo que el diamante de aquel adorno que pronto sus caderas lucirían.

Cuando salió de bañarse, pidió que le ayudara a arreglar su cabello, quería lucir pequeñas hondas en este y fue preciso lo que hizo la doncella dejando su negra cabellera, con toques miel luciendo hondas que lo hacían ver angelical. La muchacha también le sugirió lucir una corona de laureles hecha en oro, y, por vanidad propia, accedió. Yeonjun le pidió retirarse para poder vestirse, no quería perder el poco pudor que le quedaba luciendo ante la joven su intimidad.

 Yeonjun le pidió retirarse para poder vestirse, no quería perder el poco pudor que le quedaba luciendo ante la joven su intimidad

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— El Emperador está por terminar –le informó ella con complicidad.

Yeonjun se puso aquella falda que dejaba los huesos de sus caderas al descubierto, tenía pliegues de modo que luciese parte de sus muslos, la tela a penas le tapaba su miembro y llegaba hasta más debajo de sus rodillas en un corte ondulado. Se percató que también incluía una especie de capa sujetada a dos manillas que irían en sus antebrazos, pero primero se calzó el accesorio en su cadera. Estaba frío pero era perfecto, se amoldaba a sus femeninas curvas con sensualidad dejando brillar la gema central sobre su ingle y las demás piedras preciosas en todo lo largo de la cadena que simulaba ramas delgadas. Ya con toda la indumentaria puesta se miró en el espejo de la recámara, y no pudo evitar sonrojarse por lo sensual que lucía. Se preguntó si sería demasiado pero, para Soobin, nunca era demasiado.

A LOS PIES DEL EMPERADOR ♛ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora