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"¿Cómo osas preguntarle eso?"

"¿No tienes vergüenza?"

"Tu lo vas a dañar más de lo que él podría dañarte a tí"

Yeonjun se veía atormentado por su conciencia que se manifestaba en miles de preguntas reprochándole su actuar, hubo estado así desde que se encerró en su recamara y tuvo ocasión de reflexionar, por supuesto luego del llanto. Se sintió como una escoria por ser tan irrazonable, especialmente dado el trabajo que le impuso Akiloz.

"¿Sabes qué es lo peor?"

"Que te gusta el Emperador y aún así no eres capaz de ordenar tu vida"

—Mi hijo es más importante.

Y tenía razón, pero actuar como una pareja celosa sólo haría que Soobin se cansase de él y que lo sacara de su vida más rápido y antes de poder culminar su misión. Dejó de lado su actitud resentida y dolida luego de que, y con justa razón, admitiese que no tenía cabida y que él podía ser aún peor o hacer cosas peores. Salió de la recámara la tarde del día siguiente y se dirigió al jardín, decidió que lo mejor sería evitar al Emperador por la vergüenza que sentía de sí mismo. Tomó asiento en una banca de piedra blanca, dejó que el sol le acariciara la piel mientras se relajaba. Lamentablemente ese no parecía ser su día de suerte.

— Al fin dejas que Apolo vea tu rostro –comentó Soobin entrando también en el jardín—. Tu doncella me informó que estabas aquí.

Yeonjun no decía nada, no lo miraba y eso le hizo creer al Emperador que aún estaba molesto con él. Soobin le tendió el cofre pequeño de madera que tenía en sus manos, Yeonjun lo recibió con duda.

— Espero que puedas perdonarme.

El doncel abrió el obsequio de perdón encontrándose con un collar hermoso, era una esmeralda en corte ovalado con detalles metálicos al rededor en forma de dos círculos, uno más pequeño y cercano a la joya que otro, que se unían a las figuras de tres rosas a cada lado y de ahí la cadena.

— Es hermoso.

— Permíteme.

El Emperador tomó el collar dispuesto a que Yeonjun lo luciera, lo abrochó alrededor del delgado cuello. Lucía muy bien el contraste de su blanquecina piel con el color de la piedra preciosa. Yeonjun, a modo de agradecimiento se acurrucó contra el pecho del alto.

— No debí ser tan irracional, lo siento.

— No debí ser desconsiderado con tus sentimientos.

— Emperador –entró en el salón uno de los sirvientes de la casa—, tiene audiencia con los Señores de Tebas y Delfos.

— A veces odio ser el Emperador –le susurró a Yeonjun antes de besarlo y marcharse.

Un tierno muchacho de mejillas regordetas y ojos rasgados estaba en la recámara del príncipe de Grecia, en su lecho con nada que lo cubriese mientras que HueningKai se encargaba de penetrarlo con fuerza. El joven trataba de acallar sus gemidos cubriendo con su mano su boca, no podía dejar que alguno de los sirvientes se enterara o, mucho peor, la esposa de su amante.

— Kai... por favor... ahg ¡Ah!

— Oh, Hwinnie...

HueningKai salió del interior cálido del tutor de su hijo cuando el orgasmo le impulsó a descargar su semilla en el pequeño, y entre jadeos se recostó a su lado abrazándolo por la cintura. Ambos estaban muy agitados y necesitaban tomar un respiro. Daehwi se dejó hacer mimos por HueningKai; sin embargo, algo no dejaba que su conciencia estuviera tranquila, y era el hecho de que por primera vez intimaban a plena luz del día y en el Palacio, era demasiado riesgoso. ¿Y si Yuna aparecía? ¿y si un sirviente entraba y los encontraba en tan comprometedora situación? Su dilema estaba envuelto en y si y peros.

A LOS PIES DEL EMPERADOR ♛ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora