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Miró su cuerpo en el espejo, se fijó en la venda que cubría su torso, envuelto para cubrir su herida en la espalda baja. Yeonjun en seguida pensó que de aquello seguramente le quedaría una horrenda cicatriz, luego recordó que Beomgyu le brindó un cuenco con aceite de coco que según su amigo le ayudaría para que las marcas se minimizaran. Si lo pensaba bien, era por ello que no tenía una cicatriz de su primer hijo. Su cuerpo aún estaba adolorido, caminar era algo molesto y prefería quedarse en cama todo el día, no obstante hoy no podría quedarse en cama. Ya nunca más volvería a esa cama...

... ni a los brazos de Soobin.

Era cerca de las diez de la mañana, el momento no podía ser más perfecto pues Soobin había salido a una reunión con los jefes de pequeñas tribus distribuidas cerca de la metrópoli. Se vistió con una túnica, se calzó las sandalias y cubrió con una capa negra, entonces se decidió a bajar hasta la entrada donde lo esperarían Beomgyu y Daehwi para un ligera despedida. No debía llorar, no quería, pero a los sentimientos es muy difícil controlar.

— Deberías pedir ayuda a Soobin –ratificó Daehwi sin estar convencido del fabuloso plan tramado por el esposo del General y el joven espartano.

— Espero que, si no tienen noticias mías pronto, entonces sean ustedes quienes le pidan ayuda.

— ¿Cómo sabremos si algo te sucedió?

— El soldado con el que iré me cuidará, pero si algo sale mal –que Yeonjun creía era lo más probable— entonces él regresará con mi hijo.

— Nada saldrá mal –aseveró el joven Beomgyu con un nudo en la garganta.

Yeonjun no respondió, sólo consiguió abrazarlos con toda la fuerza que su cansado cuerpo le permitía. Aquella era la despedida. Entró en la extraña carroza donde un soldado les esperaba, vestía ropa civil a petición de Beomgyu de modo que nadie en el camino sospechara. Su viaje inició.


Mil y un historias me he inventado para estar aquí
Aquí a tu lado, y no te das cuenta que
Yo no encuentro ya que hacer
Se que piensas que no he sido sincero
Se que piensas que ya no tengo remedio
Pero quien me iba a decir
Que sin ti no se vivir


En media hora atravesó las puertas cafés de Atenas y un camino terroso le dio la bienvenida, pero su herida no le permitió disfrutar del aire fresco ni del paisaje agreste. Recordó como llegó, en una carroza igual con guardias, con tanto miedo y preocupación tanto por su vida como la de su pequeño Tassos. Cuando el Señor Akiloz le perdonó la vida nunca creyó que la forma de cobrar el favor sería poniendo una daga en sus manos para que asesinara al Emperador de Grecia.

"Espero que un día entiendas que no quería dañarte..., pero también espero que entiendas que no tenía elección"

Llegó a pensar que si Akiloz le ayudaba era porque le llamaba la atención como doncel, creyó que en algún momento al Señor de Esparta se le ocurriría llevarlo a sus aposentos, mas eso nunca sucedió lo cual le dio tranquilidad a Yeonjun aunque fuese muy fugaz.

"¿Qué hubiera pasado entre nosotros de ser la historia diferente?"

"¿Me hubieras permitido quedarme a tu lado como algo más que un simple kómpos?"

El hubiera suena hermoso y es el motor de la imaginación y los sueños, mas lastimosamente el hubiera no existe más que en los sueños.

A LOS PIES DEL EMPERADOR ♛ soojun/ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora