DANIEL
No quiero que vaya sola.
Llámenme loco, pero no la siento en ningún momento convencida de entrar sola. En todo el camino parecía ansiosa y preocupada. Al principio lo asocié con que estaba nerviosa por saber el sexo de su hijo. Pero entonces, la vi verme constantemente a lo largo del camino desde el estacionamiento hasta la entrada y lo supe.
Jolvián quería que fuera con ella, pero no me lo pidió.
Suspiro, decidido ya. Salgo del auto y camino todo el tramo. Tan extrañamente nervios me siento que cuento la distancia. Son veintisiete pasos largos del estacionamiento a la entrada, incluso puedo decir que de la entrada hasta que encuentro a Jolvián son diez pasos más.
Está sentada con la cabeza inclinada hacia arriba, tiene los ojos cerrados. Aún no entra al consultorio. Después de ir a la tienda, creí que ya estaría fuera, porque se me hizo que tardé una eternidad.
—¿Hay alguien dentro y sigues tú?
Da un salto, incorporándose cuando le hablo. Me mira, sorprendida por lo que llevo en las manos.
—¿Qué es eso? ¿Qué haces aquí? ¿No tenías que hacer una entrega?
—Soy rápido. —Le sonrío, mintiéndole. En realidad hablé con el cliente, le dije que tenía algo familiar que hacer y que le entregaría su pedido en la tarde—. Son dos regalos, uno es por si es niño y el otro por si es niña, aunque te daré los dos de todos modos. Además te traje un jugo de Granada para cuando salgas, ¿ya te tomaste toda el agua? Ya vez que dicen que para el ultrasonido... eso.
Estoy muy nervioso.
Su cara comienza a tener distintas formas y gestos, parece no saber ni qué decir y, cuando va a decir algo, la nombran.
—Pasen. —Nos dice la doctora y, una vez dentro, Jolvián me mira como si estuviera loco—. Mucho gusto, soy la doctora Elisa Tadeo. Tomen asiento, vamos a hablar un poco antes del ultrasonido.
La doctora comienza a hacer un listado y todo lo que le responde Jolvián lo va anotando en su computadora, algunas cosas las escribe en un expediente. Jolvián no deja de verme en todo momento, como preguntándome si estoy bien o si quiero irme. Sin embargo, no me dice nada ni cuando la doctora le pide que se recueste en la camilla y se levante la blusa blanca que lleva puesta. Veo cada uno de sus movimientos hasta que tiene la blusa doblada hacia sus pechos.
Su vientre ha crecido ya.
—Hágase para este lado, señor —La doctora me llama mientras pone ese raro gel en el vientre de Jolvián—. Por acá está la pantalla, ¿no quiere ver a su bebé?
—Sí, sí —Me río, más nervioso. No es mi hijo, pero me emociona un poco la situación, supongo que porque estas tres semanas me he acercado un poco más a Jolvián. No en el sentido amistoso, porque ella no lo quiere así, pero hemos tenido sana convivencia todo este tiempo. Ella para mí es mi amiga y ese niño ya es como mi sobrino.
—Muy bien, veamos.
La doctora comienza a mover un aparato en forma de T, esparciendo todo por la barriga y va viendo la pantalla. En ella comienzan a aparecer borrones que trato de identificar. Toma capturas y medidas, según nos dice, hasta que llega el momento de la verdad. Miro un segundo a Jolvián, inevitablemente ya está llorando. Yo le sonrío para calmarla y tomo su mano. Aprieta la mía fuerte cuando la doctora nos menciona todo lo que ve.
—Este es su brazo, aquí podemos ver su hombro, sus dedos... parece que nos está modelando —Se ríe y nosotros también—. Su cabeza, su rostro aquí. Iremos más abajo y...

ESTÁS LEYENDO
Un techo para compartir contigo© [Todo contigo #1] DISPONIBLE EN PAPEL
Lãng mạnDISPONIBLE EN FÍSICO POR AMAZON Jolvián está embarazada... y el hombre que más odia quiere ser el padre de su hijo. *** Jolvián Flores está embarazada de Francisco, el idiota que la dejó el día de su boda. Y para su desgracia, la suerte no está de s...