DANIEL
La llegada de turistas durante los últimos días de las fiestas, hizo que algunas de mis creaciones se vendieran como pan caliente y en mi inventario quedaron algunos muebles que, después de pensarlo un rato, traje los necesarios a casa para intercambiarlos por los viejos, incluso algunos que irán exclusivamente en la habitación del bebé. Jolvián estuvo contenta y por supuesto eso me puso a mí feliz. Hasta hicimos algunos cambios y por supuesto que todas sus cosas al fin están en nuestra habitación.
A veces ir rápido no tiene nada de malo. Con esa filosofía, pasamos la semana entera hasta que ya es sábado otra vez.
Compruebo mi vestimenta y, sintiéndome listo con un pantalón negro, una camisa a cuadros roja con negro y mis zapatos cafés, me muevo hacia el espejo para peinarme. Paso todo mi cabello para atrás pero dejo algunos mechones para no verme tan lamido.
Listo.
Jolvián sale del baño con la toalla enredada en su cuerpo, lo que me confunde porque siempre lleva su ropa. Más me saco de onda porque viene haciendo pucheros.
—Creo que no puedo hacerlo. —Se sienta en la cama y toma aire. Está nerviosa—. Será un desastre. ¡Y la ropa ya dejó de quedarme!
Sus nervios son porque su familia llegará en cuestión de un par de minutos. Hace media hora dijeron que acababan de llegar a Magdalena.
—Te puedes poner una de mis camisas y esas medias negras que tienes —sugiero, yendo yo mismo a sacarlas del armario—. En la tarde puedes invitar a tus hermanas a comprar ropa, te daré dinero.
—No.
Me devuelvo a donde está para entregarle la ropa y la miro, serio. Ella toma la ropa e intenta no verme a la cara.
—¿Por qué no? Necesitas esas cosas.
—Pero no debes pagarlas tú, no es tu obligación.
Ruedo los ojos. Es la tercera vez que lo dice en esta semana. La primera vez me dijo que yo no debía cubrir sus gastos porque no era mi deber. Con la habitación del bebé sé que no me lo dice porque sabe que lo hago por él, pero para mí es lo mismo.
—No debo, pero quiero hacerlo, nadie me está obligando a nada. —Le repito yo también por tercera vez—. Pero bueno, terca, si te hace sentir mejor, usa el dinero que ganas con Camila. Te pagó hoy, ¿no?
Asiente, pero no parece convencida.
—Ese dinero es para la cita médica.
Vuelvo a rodar los ojos, ¿cuándo dejará que le dé algo más que una elegante habitación infantil?
Estoy por decirle algo, pero entonces se escuchan los golpes en la puerta. Noto cómo se pone roja en segundos.
—Tranquila. —La tomo de los hombros y le beso la frente—. Iré a recibirlos, tú termina de cambiarte y bajas cuando te sientas lista.
—¿Puedes decirles tú? —pregunta al tiempo en el que me levanto—. Siento que me voy a vomitar antes de hablar.
Se ríe, pero su cara no refleja diversión, está abrumada. Asiento y vuelvo a poner mis labios en su frente.
—Veré qué sale, mi chula.
Su cara vuelve a cambiar y me sonríe. Me di cuenta que "mi chula" son como las palabras mágicas para que ella se calme, y me agrada decírselas por supuesto.
Bajo las escaleras rápido, decidido, pero, cuando llego a la sala, los nervios se apoderan de mí unos segundos.
En serio voy a conocer a su familia.
ESTÁS LEYENDO
Un techo para compartir contigo© [Todo contigo #1] DISPONIBLE EN PAPEL
RomanceDISPONIBLE EN FÍSICO POR AMAZON Jolvián está embarazada... y el hombre que más odia quiere ser el padre de su hijo. *** Jolvián Flores está embarazada de Francisco, el idiota que la dejó el día de su boda. Y para su desgracia, la suerte no está de s...