CAPÍTULO 25

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JOLVIÁN

No me gusta odiar a la gente. Bueno, cuando odiaba a Daniel, no me gustaba, pero lo hacía por razones equivocadas y aun pienso que odiar no es bueno ni sano. Pero es que ahora mismo no sé cómo debo sentirme al respecto. Alexa puede ser lo que ella quiera, pero eligió ser una molestia. Y más me hace enojar el hecho de que Daniel está siendo demasiado amable con ella. Todavía no tengo el gusto de conocerla pero ya quiero echarla de mi casa.

—Tu padre es un estúpido. Tanto que dijo quererme y aceptarme. —Es la única queja que tengo al respecto. Yo creo en la versión que me dice Daniel, y no solo porque Eric llamó para confirmarla, sino porque Daniel me ha dado razones para confiar en él todos estos meses.

—Ya le estoy marcando, esto es... papá, hola. —Pone en alta voz a su padre—. Necesito que me respondas con la verdad, ¿por qué le diste la dirección del taller a Alexa? Hoy fue allá y...

Le arrebato el teléfono a Daniel, más que molesta e indignada.

—Y no se atreva a mentir, señor Manuel, ella lo dijo.

Suspira. Mendigo viejo, sí le dio la dirección.

—Miren, lo lamento, eso pasó hace meses, yo aún no hacía las paces con Daniel, hija. Fue más bien mi intento estúpido porque ellos volvieran a estar juntos.

Nos explica que incluso le ofreció dinero el muy desgraciado para que convenciera a Daniel de regresar a la universidad, pero que, cuando habló con él y supo de nuestra relación, perdió todo contacto con ella, que hasta Caro le dio una buena regañada por severa oferta que seguramente fue la que la trajo aquí.

Cansada de tanto, decido dejar a Daniel en la conversación e irme a sentar un momento. Me duele el vientre desde en la mañana, pero no duran demasiado, sin embargo, esta vez es la quinta vez que me pasa en todo el día y apenas es la una.

—Debo volver al taller... —Daniel me habla como si yo fuera a regañarlo—. Debo terminar el pedido de la señora Estela, ¿te duele?

Le toco la mejilla. El tiempo que llevo conociendo a Daniel he entendido algunas cosas y le he descubierto otras. Y no quiero decir que esto es por culpa de Alexa, porque al fin y al cabo esa relación es muy diferente a la nuestra, pero creo que algo de esa lo llevó a pensar que yo puedo desconfiar a la primera.

O quizás yo sí confío demasiado, digo, mi prometido estuvo mucho tiempo engañándome con mi mejor amiga... no, Daniel es diferente, eso es lo que pasa.

Sale de la casa luego de decirme que me ama y yo, segura de sus palabras, le digo que yo también.

Es sábado, hoy no tengo que ir a trabajar así que lo único que podría continuar haciendo sola es ver la televisión. Antes de subir las escaleras, escucho que alguien toca la puerta. Pueda que sea la señora Estela, estos días ha estado viniendo para saber cómo estoy.

—Hola, señora Este... oh, usted no es la señora Estela. —Hay una mujer como de mi edad. Mis alarmas se encienden de inmediato—. Ah. ¿Alexa, no? Tienes cara de serlo.

—Ay, te habló de mí. Me gusta escuchar eso. —Su actitud me recuerda a Janneth. Caray, de verdad la odio—. Bueno, no eres bonita y estás gorda, no sé qué vio en ti. No lo entiendo.

—Si a eso venías, con todo respeto, ya te puedes ir yendo. —Intento cerrar la puerta, pero no me deja, pone un pie para evitarlo.

—Él es mío, ¿entiendes?

—No es de nadie, ¿lo entiendes tú? Es decisión de él con quién quiere estar, no seas infantil, no estamos en secundaria, peleando por el niño guapo del salón, somos adultas.

—Daniel me ama a mí.

—Dios, Alexa, no creí que fueras tan ridícula.

—Va a volver conmigo, yo lo sé, ni tu estúpido hijo lo va a retener aquí... —Sin poder evitarlo, le doy una cachetada. A mí que me venga a decir lo que se le dé la gana, con mi hijo que no se meta.

—¡Ve, pues! Prueba que tienes razón, pero lárgate ya, has lo que se te dé la gana, me da igual.

La empujo para poder cerrar y lo logro. Siento que la sangre me hierve horrible, sin embargo, la punzada en mi espalda opaca todo. Cubro mi boca para no gritar. Dios, creo que el bebé va a nacer hoy sí o sí.

Cuando la contracción se detiene, trato de lograr llegar a la habitación del bebé para preparar la maleta. Creo que ni siquiera he echado las cosas. Subo las escaletas lento, a medio camino me da otra contracción que me saca un grito pero, una vez que pasa, sigo mi camino.

Mientras termino de empacar todo, escucho que la puerta principal se abre. Despacio, camino al barandal de las escaleras para ver que llegó Daniel, pero también viene Alexa con él. Maldita sea.

—Daniel, tú y yo tuvimos solo un percance, debemos estar juntos porque nos amamos, esa gorda...

—Lárgate de mi casa, estoy siendo demasiado paciente con esta situación, si vas a venir a insultar a la madre de mi hijo, no sé por qué chingados sigues aquí, tu hermano te mintió, ¿qué no entiendes? Yo jamás te pediría volver, lo nuestro terminó hace meses. Amo a Jolvián, ella es mi vida entera.

—Daniel, Eduardo jamás mentiría con algo tan serio... —Alexa mira hacia las escaleras y se da cuenta de que los estoy viendo, lo que hace que la muy descarada agarre a Daniel de la cara y lo bese.

En ese momento, me llega otra contracción, y no solo eso, se me rompe la fuente, llenando el piso de sangre y agua. Un gran grito sale de mi garganta, el miedo se apodera de mi ser y tengo sentimientos encontrados. Estoy enojada, pero también estoy emocionada y preocupada.

—¿Jolvián? Puedo explicart... —No dejo que termine.

—¡Se me rompió la fuente!

Daniel no tarda en correr hacia mí.

—Ay, por favor, es puro chantaje, Daniel —dice Alexa cuando él llega hasta donde estoy.

—Maldita sea, Alexa, eres una niña mimada que no entiende razones, madura de una puta vez. Mi padre no te dará ni un solo peso, que sepas.

Logra tomarme en brazos para llevarme escaleras abajo con mucho cuidado. Alexa sigue diciendo sus tonterías, asegurando que no estaba ahí por el dinero del señor Manuel.

—No me importan tus razones, de cualquier modo, te quiero lejos de nosotros, no puedes venir a desestabilizar todo lo que he forjado solo porque ahora crees que cometiste un error al dejarme, me da igual, amo cómo es mi vida ahora, déjame en paz.

Camina hasta llegar al auto y logra meterme, no sé cómo, al asiento de copiloto. Siento ganas de llorar ahora, todo se me junta, estoy asustada.

Daniel arranca y yo solo puedo pensar que no era así como creí que llegaría este día. 

Un techo para compartir contigo© [Todo contigo #1] DISPONIBLE EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora