DANIEL
La cara de Vanessa al vernos a Jolvián y a mí, es de alguien que aceptó sus errores, pero ni siquiera tiene el valor de vernos más de cinco segundos, prefiere ver el suelo. Un oficial la lleva esposada mientras escuchamos a papá explicarnos que no es la primera vez que estafa gente con esto de venderles la misma casa, el mismo departamento y hasta el mismo terreno, asegurando que es la primera vez que se logra atraparla.
Me siento medianamente orgulloso de papá por ayudarnos a hacer justicia en nuestro caso, porque ya tenemos en nuestras manos el título original de la casa. Pero siento también las ganas de ir a abrazar a Vanessa y agradecerle su pendejada. Porque ahora tengo a la novia más hermosa del mundo que lleva en su vientre a mi primer hijo.
—Pobrecita. —Cuando estamos por salir de la comisaría, Jolvián me susurra y la mira de lejos un momento.
—Nada de pobrecita, hija —dice papá, siguiéndonos hasta el auto—. Cometió no uno, sino varios delitos, y quien obra mal, mal le va, y ella debe entender eso. Por lo pronto, me alegra felicitarlos por tener la casa a su nombre y todo... bueno, los veo luego, tengo que irme, tengo unos asuntos con otro caso.
Se va tan rápido que no alcanzo a despedirme. Jolvián sigue viendo hacia la puerta antes de moverse.
—Bueno, igual me da lástima. —Se ríe, caminando delante de mí hasta llegar a la puerta del auto—. Ya no me puedo quejar de lo que hizo. Casi la abrazo y le digo que nos ha hecho un favor.
Entonces piensa como yo.
—Yo ya quería darle las gracias. —digo. Ambos ya estamos arriba—. Aunque creo que se hubiera visto muy mamón ir a decirle "eh, wey, gracias por estafaros porque al final terminamos durmiendo en la misma cama, acurrucados después de besarnos".
—Y que limamos muchas asperezas. —Arranco, dándole la razón—. Y que nos queremos mucho.
Su voz suena muy baja. Creo que se está durmiendo. Lo compruebo cuando ya no me responde lo siguiente.
—Yo te amo.
Me cercioro y lo compruebo, está dormida. De haber estado despierta, me hubiera dicho "Qué ligero eres". Y es que puede que todo se vea así.
Yo no sé cómo expresarlo, sé que tiendo a ser ligero con algunas cosas, pero porque sé el calibre de la situaciones. He de admitir que a veces no sé qué decir, pero, cuando estoy decidido, también estoy completamente seguro de lo que digo. Desde el momento en que la vi esa mañana en mi cama, fue como un choque eléctrico cuando sus ojos conectaron con los míos. No voy a decir que me enamoré en ese instante, pero sí sentí un cambio en mi sistema. Con el paso de los días, me quise grabar cada milímetro de su cara, me quise aprender el tono de su voz y diferenciar su humor basándome en eso. Quería tocar su mano y medirla con la mía para ver si era más pequeña, quería ver si mis brazos podrían abrazarla completamente. Quería ver si sus labios encajaban perfectamente con los míos. Y lo comprobé todo esta semana, ella me complementa tan bien que no me queda ninguna duda de mis sentimientos.
Estaciono en la cochera, me pongo a abrir todas las puertas de la casa desde ahí hasta la de la habitación para llevarla en brazos y recortarla. Cuando la tomo, noto que pesa un poco más, pero aun logro llevarla sin problemas hasta la cama. La acomodo para poder taparla.
—¿Me quedé dormida? —Se despierta tan pronto como le pongo la sábana encima, incluso se la quita cuando asiento—. ¿Te vas a ir?
Toma mi mano y me hala un poco.
—Tengo una entrega en un par de horas. Sigue durmiendo. —Le alcanzo a besar la frente para irme, pero ella no me suelta.
—Aún hay tiempo. —Logra que me acueste a su lado y se recarga en mi pecho—. Fue un día agitado, hay que quedarnos así un rato, hablar, dormir... o tener sexo.

ESTÁS LEYENDO
Un techo para compartir contigo© [Todo contigo #1] DISPONIBLE EN PAPEL
RomanceDISPONIBLE EN FÍSICO POR AMAZON Jolvián está embarazada... y el hombre que más odia quiere ser el padre de su hijo. *** Jolvián Flores está embarazada de Francisco, el idiota que la dejó el día de su boda. Y para su desgracia, la suerte no está de s...