CAPÍTULO 13

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JOLVIÁN

Me pongo un vestido de flores que me regaló Estrella hace unos meses. Es azul y las flores son rojas con hojitas amarillas. Es largo hasta las rodillas y tiene una abertura en la pierna izquierda. Unos zapatos bajos color rojo y me pongo un suéter blanco. Ya estoy lista.

Daniel sale del baño y se acerca a su armario, saca un pantalón negro y una camisa blanca con un estampado de un tigre de bengala como el de su tatuaje y pone ambos en la cama para luego devolverse al armario y sacar unos bóxeres.

—¿Te gustan los tigres de bengala? —Pregunto nomas para no quedarme callada y además distraerme. El desgraciado comienza a ponerse sus bóxeres con la toalla alrededor de su cintura. Me siento en la cama y volteo para otra parte. Ese panorama altera lo que no debería.

—Sí, ¿cómo supiste? —La ironía con la que lo pregunta me hace reír—. Me gustan, son adorables, como lindos gatitos.

—Por supuesto. Lindos gatitos que con un arañón te pueden pelar como un plátano, pero sí, lindos.

—Tengo más tatuajes —dice, en lugar de reírse, y me volteo. Ya está abotonando su pantalón—. En la cintura me tatué un dragón y en la parte de atrás de la oreja tengo un diamante.

—¿Alguno de esos te representa?

Niega, acercándose a mí para tomar la camisa que quedó a mi lado. Se la pone y luego se sienta conmigo.

—Te ves muy hermosa, amor. —Se recarga en mi hombro.

—Gracias —Me muerdo los labios, siento que me estoy poniendo roja otra vez—. Tú también te ves guapo.

La plaza monumental está repleta de gente. Hay desde personas con raros y representativos trajes, otros muy elegantes y abrigados. Los niños corren por toda la plaza desde la capilla hasta tan lejos que llegan a una gran y maravillosa fuente. Daniel me lleva de la mano mientras buscamos la manera de no entorpecer el camino de nadie y que nosotros lleguemos a alguna atracción. Hay señores vendiendo globos de formas, burbujeros y hasta personajes inflables con cascabeles que resuenan de un lado al otro. Incluso gritan lo que venden y los ruidos se mezclan con el ambiente y me resulta muy cómodo, para mi sorpresa, la verdad.

—¿Qué quieres hacer primero?

Nos paramos en la entrada del kiosco desde abajo, justo al lado de donde venden tacos y tortas. El olor me resulta pesado así que sólo le pido que sigamos caminando lejos de ahí y él me guía a otro lado. Subimos unos cinco escalones y nos paramos a un lado de la fuente que de cerca se mira más asombrosa.

—Nunca había venido, ni siquiera sé qué se hace primero. —Me río, apretando más mi brazo al de Daniel. No sé qué hacer, pero el ambiente me fascina demasiado.

—¿Entonces no sabes lo que se celebra?

—Bueno, Camila me dijo que se celebraba a San Francisco Javier, el santo que siempre ves postrado en una cúpula, ¿no?

Daniel se ríe mientras asiente y me invita a caminar más a fondo.

Hay puestos de collares, cuadros y más y más globos por doquier. Los puestos de comida y dulces ni se diga, también están por todos lados.

Daniel me va explicando un poco sobre la historia y me emociono más de ver a tantas personas que se preparan para la misa. Gente incluso descansa y hasta quienes están hincados frente a la iglesia, y otros haciendo fila en la capilla. Daniel dice que le piden cosas al santo y que otros vienen a traerles demostraciones de las mandas cumplidas, que hasta algunos caminaron kilómetros para llegar aquí. Me platica que en sí se celebra a este santo por parte de un padre llamado Eusebio Kino y que es porque fue un modo de agradecimiento porque lo sanó de una enfermedad.

Un techo para compartir contigo© [Todo contigo #1] DISPONIBLE EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora