Sam

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13 horas antes

<<¿Qué he hecho?>> se preguntó al contemplar el bello rostro de Mackenzie. La joven había caído exhausta después de que hubiesen tenido sexo, se quedó placidamente dormida abrazada a él; Sam  aprobechó una simple oportunidad para deshacerse de sus brazos. Se sentía sucio, asqueado por el acto de intimidad que había mantenido con su ex-novia, y aquello era totalmente nuevo.

<<¿Por qué estoy así?>> pensó mientras volvía a notar un extraño sentimiento de culpa <<Imposible, hemos hecho algo como esto mil veces>> y era cierto, tantas ocasiones habían roto su relación como otras tantas habían gozado después de la ruptura.  Pero en esa vez las cosas cambiaban; se tocó los labios con repulsividad, hacía nada menos de unas cuantas horas había besado a su hermana pequeña con ellos. Se preguntó qué pensaría Mackenzie al respecto <<No me volvería ha hablar. Yo haría lo mismo>> Lo peor es que no sólo había sido un único beso, sino dos <<Y el otro era mío, ¿por qué?>> Se suponía que estaba en contra de aquello, que ni por asomo debía de seguirle el juego a Tess, sin embargo, en gran parte lo estaba haciendo. Apretó con el puño las mantas que lo cubrían hasta que sus nudillos se volvieron pálidos, <<No...no, yo quiero a Mackenzie. Querré a cualquier otra chica antes que a ella, yo no soy ningún enfermo>> pero a pesar de repetirlo tantas veces, no pudo evitar pensar en un destello pelirrojo cuando Mackenzie se despertó para volver a llevárselo de nuevo bajo las sábanas.

13 horas después

Se miró al espejo, aunque no pareció reconocer a la persona que había delante de él. 

<<Lo merecía, merecía lo todo que le dije, no es justo que me haga esto>> dijo autoconvenciéndose ante el mueble <<Es una mentirosa, siempre lo ha sido, sólo lo hace para divertirse>>suspiró echando hacia delante su peso y se quedó mirando panorama a través del cristal. Frunció el ceño:

- ¿Qué.....?- Mitad del suelo de la casa se encontraba encharcado, todo lleno de agua, y no cesaba de circular. Giró sobre sus talones y comenzó a seguir el nacimiento de aquel enorme charco. Provenía del cuarto de baño, como sospechaba. 

-Tess, ¿estás ahí dentro?- preguntó dando fuertes golpes a la puerta- Deja de hacer la tonta de una vez y abre. 

Nadie le contestó.

-¡Tess!- volvió a gritar perdiendo la poca paciencia que le quedaba- ¡Abre! ¡Estás llenando de agua el pasillo con tus gilipolleces! 

Pero tampoco obtuvo respuesta.

 -Siempre consiguiendo lo que quieres- murmuró por lo bajo antes de abrir la puerta él mismo con brusquedad. Pensó en encontrarla apoyada en la encimera del lavabo, con una sonrisa burlona; o de pie, partiéndose de risa; pero lo que no esperaba era verla metida dentro de la bañera, con la ropa aún puesta, y los brazos pendiendo en el aire, absolutamente inertes. A Sam se le descompuso la cara con aquella imagen. 

-¡TESS!- chilló antes de sacarla del agua. Estaba helada y fría como el mármol, la piel la tenía casi transparente y muy arrugada, pero lo peor eran los labios, tan morados como los de un cadáver. Sin embargo, a pesar del aspecto, la muchacha comenzó a toser nada más retirarla de dentro de la bañera. 

Tess tosía violentamente y tirititaba entre sus brazos, él en cambio, lloraba como nunca antes había recordadado hacerlo.

*****

La tapó con todas las mantas que había en la casa, después de quitarle toda la ropa mojada que llevaba puesta, y por último se tumbó junto a ella en la cama mientras la abrazaba para darle calor. Todo aquello le hizo acordarse de la broma que le gastó cuando eran niños, no obstante esta vez Tess sí estuvo a punto de morir. Quiso llevarla a un hospital, pero en cada momento que lo decía o se apartaba de su lado para llamar por télefono, ella lo retenía del brazo y comenzaba a toser con fuerza, Sam temía que con cualquier espasmo de aquellos, su hermana no volviera a moverse.

Pero al menos, la suerte estuvo de su parte. En poco tiempo los ataques pararon, y ya no le costaba tanto trabajo hablar con propiedad como antes, e incluso podía volver a mover los brazos y las piernas. A este paso, no habría nada que decirle a sus padres.

-Sam...-susurró Tess cuando le agarró con suavidad de la camiseta.

-¿Te encuentras mejor?- preguntó intentando sonar lo más dulce posible.

-Sí...

-¿Cómo se te había ocurrido?- dijo atrayéndola aún más junto a él- ¿Por qué haces esto? La inocentada ésta se te está llendo de las manos.

-No era una inocentada- replicó con un hilo de voz- Me dijiste cosas horribles...

Sam abrió los ojos de par en par, "Estarías mejor muerta".

-Tess, por favor, yo...- hizo una mueca antes de pasarse una mano por los ojos- yo no iba en serio.  Estaba enfadado, no pensaba lo que te decía, lo juro. ¿Cómo no te voy a querer? Eres mi hermana.

Ella agachó la cabeza -Sólo tu hermana...

Sam frunció el ceño, para después darle un largo beso en los labios. Aún estaban algo helados, pero sabían igual de bien que cuando los besó por primera vez. 

Tess quedó sorprendida, pero acabó cerrando los ojos para disfrutar ella también del momento. 

-Perdona- murmuró Sam después de terminar de besarla- Debería haber esperado a que estuvieses bien del todo. 

-¿Por qué...?- su hermana lo miraba con ojos bien abiertos y expectantes, Sam no pudo dejar de pensar lo bonita que se veía así.

-Porque te quiero, porque... porque creo que yo también estoy enamorado de tí- en su imaginación aquellas palabras se suponían que iban a salir lentas y algo torpes, sin fluidez alguna. Se llevó una gran sorpresa al ver que no le costó ningún trabajo pronunciarlas. También pensó en no llegar si quiera a decirlas, pero no iba a estar dispuesto que cualquier otro incidente se interpusiera en su camino.

Una parte de él se repetía con continuidad que sólo le decía aquello porque casi la había visto morir, porque quería hacerla sentir mejor haciéndola oir lo que quería. Otra le chillaba que no iba a salir nada bueno de eso, que todo iba a acabar en un completo desastre. Otra que era un monstruo, un enfermo, un demente. Sin embargo, la que más le gustaba de todas era una que no le decía nada, una que simplemente le dejaba contemplar a la chica más hermosa que conocía, a la que más quería por encima de cualquier otra. Gracias a aquella parte se dio cuenta de que se había estado negando durante todo ese tiempo.

<<La chica a la que quiero>> pensó cuando su hermana le devolvió un beso mucho más pasional que el anterior <<La chica a la que amo>> pensó cuando le dedicó una bella sonrisa y cuando le pareció ver en sus ojos azules el cielo. 


Bella CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora