Sam

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-¡Sam, Tess, levantaos ya!- gritó Eleonor a sus hijos mientras daba vueltas de un lado para otro. Montó la mesa con cuidado a la vez que se asomó al espejo del cuarto de baño para ajustarse el delantal y cepillarse el pelo. 

Con pesadez, Sam levantó la almohada de su cabeza y entreabrió los ojos. La alarma de su BlackBerry empezó a sonar con la melodía de Stupid Hoe, aquella canción que tanto odiaba. Según le había dicho su amiga Mackenzie la mejor manera de despertarse era escuchando algo que le molestara. Y la verdad es que surtía efecto.

Oyó cómo su madre abría la puerta de la habitación -Venga vamos Sam, tienes que ir al colegio.

-Ya, ya lo sé- le resultaba raro oír la palabra colegio cuando sólo le quedaba un año para entrar la universidad, si es que entraba.

Su madre se giró -¡Tess, levanta!- volvió a gritar en dirección al dormitorio de su hermana -El desayuno ya está listo.

<<Todos los días la misma escena>> pensó al quitarse las sábanas de encima y salir de su preciada cama. Dirigió la mirada hacia el calendario que tenía colgado en la pared. Lunes 4 de Junio <<¿Es posible estar ya harto de la semana nada más empezar?>>

Abrió el armario y sacó lo primero que encontró: vaqueros, cinturón negro y camiseta blanca. Se vistió desganado, hasta que otro pitido de su móvil lo sobresaltó. Recogió el télefono y leyó el mensaje mientras se calzaba unas deportivas.

Después de clases pásate por el taller. Te necesito hasta la noche.

Obviamente, era de su padre. Sam podía pasarse horas y horas metido en aquel taller de coches, incluso cuando apenas había trabajo y no le necesitaban como extra. También ayudaba a veces en el restaurante de los padres de Mackenzie, donde su madre era camarera, pero no resultaba ser lo mismo ni mucho menos. Prefería el olor de la gasolina y los ruidos de motores antes que las hamburguesas grasientas y las quejas de los clientes. 

-Sam, despierta a tu hermana, yo tengo que ir a trabajar- exclamó Eleonor antes de salir por la puerta principal. 

-Sí, sí -metió el móvil dentro de la mochila y se la colgó al hombro - Toca despertar a zanahoria solitaria.

*****

Llamó dos veces a la puerta pero no obtuvo respuesta, como era de esperar. 

 -Tess- la llamó, pero nadie habló desde dentro- Tess, venga vamos despierta- tampoco contestó esa vez- Voy a entrar- le advirtió al girar el picaporte.

La habitación estaba totalmente a oscuras, parecía que todavía era de noche. Se sintió un poco violento cuando por fin entró del todo, hacía tiempo que no había pisado el dormitorio de su hermana pequeña. La encontró tumbada de espaldas a él en la cama, tapada hasta arriba y con su largo cabello pelirrojo desparramado por toda la almohada. 

Se acercó lentamente a ella, he hizo ademán de tocarle el brazo, pero se detuvo cuando comprobó que tenía los ojos abiertos.

-Déjame- dijo la chica sin tan siquiera mirarlo.

-Tenemos que irnos ya.

-Pues vete.

-No puedo irme sin ti- replicó algo cansado.

-Puedes hacerlo.

-Mamá me mataría si supiera que te he dejado quedarte en casa- respondió llevándose una mano a la cabeza- Anímate, sólo quedan dos semanas más de clase.

Pero aquello no pareció animarla en absoluto. Se quedó en silencio, mirando hacia la nada tal vez, como solía hacer. Sam jamás había conocido ha alguien tan perezoso y desmotivado como su hermana, hasta una silla tenía más vitalidad que ella. Decidió abrir la persiana para dejar pasar la luz del sol- Vamos levanta, el desayuno está en la mesa- y con esto salió rápidamente de la estancia.

Bella CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora