Sam

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-Haz algo con tu hermana, Sam- le había dicho Mackenzie cuando se sentó junto a ella en clase de lengua- ni yo ni las chicas le hemos hecho nada para que se meta con nosotras.

Claro que esperaba algo así, aunque no tan repentinamente. Tess podría odiar a sus amigos, y lo solía demostrar con palabras frías e indiferencia, pero no con una exhibición pública de tan alto nivel. Después de que Tess soltara que "eran unas zorras del capullo", se había marchado con paso ligero antes de que a las otras les diera tiempo a contestar, y por lo visto no a su próxima clase. También tendría que lidiar con la bronca que le echaría su madre por haberse tomado la libertad de largarse del instituto. Sintió pena por ella, hasta que recordó que las reprimiendas no tenían ninguna importancia para Tess.

Había decidido ir solo esta vez a casa, por lo que había ido por un camino mucho más largo, todavía le quedaban varios minutos para llegar finalmente, y eso era lo que quería. Mientras andaba tropezó con una lata, y al golpearla se imaginó la cara de Tess, en ese momento se dio cuenta de que estaba aún más harto de su hermana de lo que pensaba.

*****

Desde lo lejos del camino, divisó a sus dos perras, que correteaban por alrededor de la casa. Viva, una Border Collie de color blanco y canela fue la primera en verlo. Alzó las orejas y agudizo su olfato para después ir corriendo hacia él. Nana, una Golden Retriever, hizo lo mismo al poco rato.

En nada tenía a los dos animales encima de él llenándolo de babas.

-Venga pequeñas, arriba- les dijo con voz cariñosa y algo agotada- No tengo ganas de jugar ahora.

Las perras obedecieron, e impacientes esperaron a que abriera la puerta principal de la casa. Ambas entraron despavoridas al interior.

<<Ojalá yo pudiera ser así de despreocupado...>>

Tess estaba sentada vagamente en el sofá leyendo un libro, y con su gato Ryu en el regazo. No giró la cabeza cuando la puerta se abrió, ni cuando Nana y Viva corretearon a lo largo del pasillo. Sam la observó detenidamente: incluso con un moño y ropa de dos tallas más grandes seguía siendo guapa. Con aquel pelo pelirrojo liso y largo, con aquellas pecas que adornaban su cara...pero sobretodo sus ojos azulados eran lo más bonito, parecían una réplica del propio cielo. Sam miró al espejo que había colgado en el recibidor: él tampoco estaba mal del todo. Tenía el pelo negro peinado en punta; sus ojos almendrados lucían brillantes, y como Tess, su cara también estaba poblada por pecas. Volvió a mirar hacia su hermana de nuevo.

<<...al igual que ella>> pensó con resignación.

Suspiró y se paró en frente de su hermana -Mackenzie me lo ha contado.- le soltó con los brazos cruzados.

Ella apenas despegó la vista del libro-¿Contarte el qué?

Entrecerró los ojos con gesto cansado -De como les hablaste en los baños...

-¿Y?- preguntó aburrida.

-¿No crees que te estas pasando un poco?- dijo arqueando una ceja- Ellas no te han hecho nada, y no te odian como dices. Más bien creo que es al contrario.

-Si no me caen bien, no me caen bien- respondió airadamente- No voy a fingir que las aprecio solo para darte el gusto.

Sam la miró enfadado-Son mis amigos Tess, al menos respétalos.

-Por supuesto, son tus amigos- contestó burlona- Si de verdad creyeras que son tus amigos no estarías aquí pidiéndome que me comporte bien con ellos.

-¿A qué te refieres?- dijo arqueando una ceja.

-No quieres que te den de lado y por eso me pides que los trate bien. Temes que por mi culpa pasen de ti- se levantó del sofá y cruzó su mirada con la de él. Sam palideció, parecía estar mirando el cielo en aquel momento- En resumen no tenéis confianza, y sin confianza no hay amigos que valgan- añadió.

Bella CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora