Sam

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Apiló un par de cajas más antes de decidir bajar al piso inferior. Había conseguido ordenarlo todo tal cual lo trajo, colocado perfectamente dentro de cada uno de los paquetes, por lo que supuso que su madre se sentiría satisfecha y lo dejaría tranquilo durante el resto del día. En los viajes se ponía demasiado nerviosa, iba de un lado para otro revisando las maletas, haciendo listas y pensando que había olvidado algo.

-¿No te dejas nada, verdad Sam?- preguntó la señora Way entreabriendo la puerta de la habitación.

El chico negó con la cabeza y recogió el montón de cajas- Lo tengo todo.

Su madre suspiró aliviada y se marchó a seguir el mismo procedimiento con su padre. Aunque dejaran cualquier cosa no importaría, la casa era suya y sólo ellos podían entrar, pero Eleonor no se paraba a razonarlo.

Bajó las escaleras con suavidad, intentando que no se le cayese ninguno de los paquetes. Tess estaba ya abajo, apoyada en la puerta mirando distante. Llevaba puesta una sudadera azul y unos pantalones cortos. Giró la cabeza a ambos lados y dio un buen vistazo a toda la estancia antes de ir hacia ella y plantarle un suave beso en la mejilla, aún protando las cajas en brazos.

Ella sonrió- ¿Y eso?

-Es culpa tuya por robarme siempre la mirada- respondió rozando su nariz contra el sitio donde la había besado.

-Niños, ¿vosotros sabéis cuál es el cable para desconectar el televisor?- dijo su padre mientras salía por la cocina. Sam se sobresaltó y se apartó bruscamente de su hermana. Estaba rojo, podrían haberlos pillado por su imprudencia.

-Creo que es el de color blanco- susurró sonrojándose aún más. Tess rió al verlo en aquel estado.

*****

La distancia entre Minnesota y California era bastante notable, aún así su padre no desistía en querer viajar en coche, le apetecía probar el nuevo automóvil que había arreglado hacía ya varios meses. Llevaban dos o tres días de viaje, paraban de vez en cuando en hoteles y restaurantes de carretera.

Tess apoyó su cabeza en el hombro de Sam cuando estos estaban dentro del coche y acababan de salir del recinto en el que habían pasado la noche. Se sintió violento al momento en que su hermana hizo ese gesto, sobretodo porque sus padres estaban en el asiento delantero, pero no se removió ni la apartó, algo como eso hubiera resultado mucho más sospechoso.

-¿Qué os parece si paramos a comer allí?- preguntó su padre girando el volante hacia la izquiera a la vez que señalaba a un pequeño edificio.

El restaurante era de un color grisaceo, como si no hubieran pintado sobre él y lo hubiesen dejado con la capa de cemento. Hasta llegar a la puerta principal se tenía que subir unos siete escalones, a parte de subir otros cinco más para entrar en la planta de arriba, donde parecía estar el comedor. El sitio era bastante amplio, constaba de una inmensa barra adornada con extensos tipos de comidas, varias mesas dispersas por toda la estancia, y una tienda a la derecha que por lo que daba entender era una librería. Nada más pedir unos sandwiches para comer, Tess se marchó hacia aquella tienda. Sam la siguió.

<<Estas cosas parecen tener un imán para ella>> pensó al ver cómo su hermana ojeaba rápidamente cada una de las estanterías con las que se econtraba. Al final escogió un libro de cubierta oscura, con la fotografía de una chica de cabello oscuro.

-Supongo que eso no tiene nada que ver con los estudios y con las asignaturas del instituto- le dijo abrazándola por detrás. Sabía que había suspendido gran parte de las materias, que sus notas habían sido muy bajas, por poco sus padres pensaron en dejarla en casa sin que fuera de vacaciones, pero de seguro que se hubiera pasado todos los días pegada al ordenador. Por lo menos en Minnesota no tenían Internet en aquella casa.

Bella CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora