Bella Cielo

Tess

Hacía dos días que su hermano no le dirigía la palabra. Cada vez que se encontraba con Sam, él agachaba la cabeza y se marchaba de su lado apresuradamente. Nunca la había ignorado de una manera tan brusca, no imaginaba que haberle plantado cara a Mackenzie le sentaría tan exageradamente mal. Ella había hecho otras muchas más cosas peores que aquella, y Sam siempre acababa olvidándolo- o eso parecía- pero en esta ocasión, no resultaba ser así.

Intentó cruzarse con él dos o tres veces por el instituto, y dio la casualidad de que no lo veía por ningún lado. Lo mismo ocurría en casa.

<<Que haga lo que quiera, que siga a esa zorra>> pensó con amargura.

En realidad, Mackenzie no era tan mala como la pintaba. No era más que una muchacha guapa y popular entre otras, una chica que al parecer tenía suerte y resultaba irrestible para los tíos. Tampoco era necesariamente una arpía, aunque ni mucho menos una santa. Pero principalmente la odiaba por ser amiga de Sam, y sobretodo por haber sido algo más para él en varias ocasiones.

Tess suspiró al abrir su taquilla y metió un par de libros dentro. Sam y Mackenzie habían salido y cortado un centenar de veces, al igual que Mackenzie y Kent. Resultaba repugnante ver cómo los dos amigos se intercambiaban a la chica entre ellos, y también lo era que, a pesar de aquello, los tres seguían disfrutando de su amistad. Sí, la única razón que tenía Tess para odiarla era exclusivamente por culpa de Sam.