Después de varios bailes y de bromas, el hermoso caballero me acompaña a mi carruaje.
-Gracias por ser mi compañía esta noche- le digo educadamente- permíteme devolverle su pañuelo.
-No hay de que señorita Mcblay y no se preocupe por el pañuelo, tómalo como un obsequio y recuerdo de esta velada. Guárdalo hasta la próxima vez que nos veamos.
-¿Supone que habrá una próxima vez querido?- le digo coqueta.
-Disculpe si la ofendí... es decir, no quería incomodarla, pero realmente me parece una mujer bastante interesante y me gustaría volver a verla.
-No se preocupe, usted jamás conseguiría incomodarme. Si es cierto que quiere volver a verme, dígame, ¿cuánto tendré que esperar para tener noticias de usted y así volver a verlo?
-No sea impaciente principessa, pronto recibirá una invitación para tomar el té.
-Creí que a un caballero como usted le gustaba algo más que tomar un simple té.
-Te sorprenderías querida.
Seguido de estas palabras deposita un beso en mi mejilla, causando que me ruboricé.
-Espere. -le detengo- No sé su nombre todavía.
-Quizás te lo diga la próxima vez que nos veamos, no te lo aseguro, solo quizás te lo diga. Necesito que antes conozcas quien soy.
-Tocará investigar pues, señor misterioso.
-Pues buena suerte pequeña aprendiz de Sherlock.
________________________________Al llegar a casa padre yacía en el sillón, muerto del sueño. Me sabe mal haber llegado tan tarde, pero tuve una grata compañía y lo pasé en grande.
Me acerco al salón donde se encuentra el sillón y trato de despertar a padre.
-Marie...- dice entre murmuros.
-No padre, soy Lisa, no mamá. Venga ves a la cama, discúlpame por haber llegado tan tarde, no era mi intención padre.
-No pasa nada pequeña. ¿La pasaste bien?- me dice con la voz ronca.
-Estupendamente padre - le digo con una gran sonrisa al recordar todos los bailes que bailé con el desconocido del pañuelo azul añil.
-Me alegro Lis, mañana me cuentas todo, ahora a dormir.
Subimos las escaleras en silencio y cada uno se va a sus aposentos.
Me deshago del vestido y en su lugar pongo un camisón negro de seda, a juego con mi pelo. Recojo mi cabello en una coleta alta y procedo a quitarme el poco maquillaje que utilicé hoy.
Me dejo caer sobre mi cómoda cama, no puedo evitar sonreír como una boba.
De un momento a otro imágenes del señor misterioso pasan por mi mente, besando mi cuerpo y acariciandolo. Sé que pensar dichas cosas es obra del mismísimo Satan, pero se siente tan bien visualizar esas imágenes que ya no me importa si son pensamientos del diablo.
Mi temperatura corporal sube inconscientemente y no me queda de otra que bajar dicha calentura.
Bajo mi mano derecha lentamente, acariciando mi suave piel con cuidado, notando cada una de mis yemas de los dedos, llego a mi intimidad y no puedo evitar soltar un grave jadeo.
Dios, demasiada humedad provocada por un chico que tan solo besó mi mejilla. Acaricio mis senos con cura, apretándolos lentamente y causando que se me erice la piel. Introduzco dos dedos en mi y noto como mi intimidad pide más y más, sé que lo que exige no son mis dedos, si no el miembro de aquel hombre que me estuvo cortejando toda la noche.
Ahogo un gran gemido con la misma mano que hasta el momento estaba acariciando mis perfectos pechos, no quiero despertar a padre. Estoy a punto de llegar y noto como estoy a punto de explotar, aumento cada vez más la velocidad de mis movimientos y seguidamente llego al climax.
Estoy exhausta, desgastada, aún así me obligo a mi misma a levantarme e ir a asearme.
Después de quitar todo flujo vaginal y lavar mi piel y manos noto mis ojos descender, mis párpados pesan y caigo en brazos de Morfeo.
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Mis últimas nubes
RomanceRecién empiezo esta historia, o sea que pido paciencia. Iré actualizando casi cada día, lo prometo. "Los capítulos son de extensión corta." ________________________________________ Lisa Mcblay, una adolescente reluciente y con las ideas muy claras. ...