Primera Vida: Raymond (Cuarta parte)

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Luego de eso nos pusimos en marcha.

Tanto a mi como a Aaron no nos fue difícil asesinar a aquellos guardias-magos quienes nos custodiaban.

Una vez que todos los estorbos yacían muertos el y yo nos reunimos.

-Ray

-¿Qué sucede?

-... Tu camisa esta llena de sangre

-Descuida, no es mía

-Eso ya lo sé (suspirar) al menos trata la próxima vez de no hacer tanto desastre

-... Tsk, apresurémonos 

Al llegar a la habitación de Matias el no se encontraba ahí, en cambio solo se sentía levemente su presencia y la de otro ser desconocido.

-Mal/dita sea

"Raymond, Aaron2 La voz de Aiko resonó en nuestras cabezas, luego de eso rápidamente nos transportamos a donde ella se encontraba.

-¿Si?

-¿Cómo les fue?

-... El príncipe huyó

-Ya veo ¿Escuchaste eso tía?

-¿Qué Matias que?

-Ese bastardo huyó ¿No escuchaste?

-Pero...

Sin darle tiempo de reacción Aiko se a balanceó a la 'emperatriz' con una espada que conjuro y logró hacerle un pequeño rasguño en su garganta antes de que esta desapareciera.

-Cobarde...

Rápidamente los nobles que apoyaban a Matias se enteraron de nuestra rebelión y no tardaron en mandar sus tropas, afortunadamente nuestras tropas lograron llegar a tiempo y pudimos así tomar este palacio, pero claro, el palacio no era la victoria, aún no teníamos al reino por lo que dio inicio a una guerra.

 La guerra comenzó, el reino se dividió en los que nos apoyaron y en los que apoyaron a Matias, eso generó conflictos internos y externos.

Al final logramos erradicar y desterrar a los aliados de Matias del reino, acabando así por lo menos con la guerra que se generó en Eriberia.

Para ser exactos no se que pasó, dé repente todo el poder que emanaba tener Matias se desvaneció, lo más probable es que aquella otra persona quien los ayudaba los abandonó a lo cual ellos terminaron indefensos y por ende al final huyeron con la cola entre las patas hacia Rieranda lo cual provocó que Aiko rompiera lazos con este, esto generó muchos problemas pero aún así ella se reusó a terminar la guerra con Rieranda.

Luego de todo esto Aiko logró subir al trono a la joven edad de 17 años, todo había pasado tan rápido...

Una parte de mi creía que Aiko debía de tener esa corona por derecho de sangre y sucesión, pero la otra parte de mi difería con esa al creer que Aiko no iba a tomar las riendas correctamente del reino llevándolo así a la destrucción de este.

Desgraciadamente la subida al trono de Aiko no mejoró su inmadurez, de hecho hizo lo contrario, al tomar el poder no logró cargar con todo el peso de este lo cual solo la hizo ver como una mala emperatriz.

Esto también provocó que nuestra relación se rompiera aún más al punto en el que ni Aaron ni yo llamábamos a Aiko por su nombre, al final solo la llamé princesa pese a que ya era la emperatriz.

-Princesa

-¿Si?

-¿No debería de descansar?

-No tengo tiempo para eso

-Pero

-Raymond

-... Tsk, has cambiado, desde que conociste a Cia no dejas de pensar en estrangularla con tus propias manos ¿No es así?

-¿Y qué si digo que si? ¿A caso importa? Yo asesinaré a Cia y podré vengarlos, al fin podre hacerlo

-¿Eso en verdad pondría felices al difunto emperador y emperatriz?

-... No, no lo haría, pero están muertos, no tienen derecho a opinar, en cambio yo sigo viva, yo-

-¡Aiko!

Esa vez me enojé mucho, no solo por el hecho de que Aiko seguía actuando inmadura si no que también por el hecho de como ella trataba las memorias de estos.

Es cierto, ellos murieron cuando aún éramos jóvenes, pero aún así ¿Cómo es posible que ella hable así de ellos? Pese a que ellos no eran mis padres aún así me trataron bien e incluso me vieron como familia ¿Cómo es posible que su propia hija llegue a hablar de ellos de esa forma?

No pude aguantar más y me fui dejando así sola a Aiko.

Con el paso del tiempo me arrepentí, me arrepentí de haberme ido, pero pese a eso no quería volver aún porque sentía que un odio y rabia desconocida brotaría de mi y atacaría a Aiko, en estos momento no me encontraba estable por lo que decidí viajar y huir de todos estos extraños sentimientos que brotaron de mi.

Pese a todo siempre me encontraba al tanto de lo que pasaba en Eriberia gracias a mi magia y a Aaron.

Afortunadamente Aiko empezó a solidificar su poder y lograr tomar las riendas apropiadamente del reino, lo que no me gustó fue que su principal razón que la motivó a eso fue su venganza, ella notó que necesitaba poder para realizarla por lo que tomó lo que tenía cerca...

Después de un tiempo, como una idiota ella inició una guerra contra Rieranda.

-¡Estúpida!

Pese a que ella ya había logrado estabilizar Eriberia aún no se encontraba el reino en las mejores condiciones como para iniciar una guerra.

Nuestro reino ya había sufrido muchas perdidas, desde el momento en el que dimos parte de nuestro territorio como agradecimiento a nuestros aliados nos  volvimos débiles, ahora ¿Una guerra? ¿En serio? ¿Quieres llevar a la ruina el reino en el que tanto esfuerzo le pusieron los difuntos emperadores?

De vez en cuando le mandaba consejos y estrategias a Aaron para que las implementara y evitara el mayor daño posible a Eriberia, aún así se perdió mucho.

Para la fortuna de Aiko, ella ganó la guerra y cumplió parte de aquella tan deseada venganza, lo cual solo me provocó molestia.

Luego de aquella conquista Aiko volvió a desinteresarse del reino, a ella ya no le importaba Eriberia...

Estaba furioso, era incontrolable, pero lo que más me molestaba en esos momentos era el odio y el amor que salían de mi dirigidos hacia Aiko ¿Por qué siento esto a tal magnitud?

Tan solo no lo podía entender... No me podía entender a mi mismo.

Ya no me importaba nada, una parte de mi quería alejarse de todo, incluso de Aiko, mientras que otra la buscaba loca y desesperadamente. 

-¿Qué me esta pasando?

Todo me era confuso pero un día, mágicamente deje de estar confundido, fue el día en el que Aaron me contó sobre aquel trato que hizo Aiko.

Reencarné?, otra vez NO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora