Capítulo 13 *

69 4 0
                                    

Liam:
Una vez nos recomponemos de nuestra intima charla, ambos salimos del despacho y nos dirigimos hacia el salón, donde nuestra familia nos espera expectantes. El ambiente hay es tenso y se escuchan murmullos preguntándose si deben interrumpir o no

–Estará bien–le asegura mi tía Lara.

–Liam siempre está bien–comenta despectivamente mi madre.

Se equivoca. Siempre me he obligado a estarlo a pesar de no ser verdad.

–No puedes interrumpirl...–corta la frase a la mitad una vez nos ven.

Creo que esperaban gritos que acabarán en una pelea y que tuvieran que intervenir, ya que mi tio Alex—el que parece más tenso y nervioso de la sala—alza la cabeza nada más nos nota. El tío Alex se acerca rápidamente a mi y comienza a inspeccionarme para encontrar  indicios de algún golpe.

–No le he hecho nada, Alexandro–asegura mi padre.

El tío me mira en busca de una corroboración por lo que asiento, entonces suspira más tranquilo.

–Solo me aseguraba de que cumplas tu promesa–murmura.

Frunzo el ceño–¿Qué promesa?

Ambos intercambian una mirada cómplice y se alzan de hombros. La tía Susan aclara su garganta y se cruza de brazos.

–Como ya estábamos diciendo, es una vergüenza lo que habéis hecho–asegura Mery.

–Sobretodo por haber utilizado de esa manera a las mujeres–continúa Lara.

–Y por haber jugado con ellas–agrega Jen.

–Lo hemos entendido, la hemos cagado–bufa Ray.

–Y como ya sabéis, toda acción tiene su consecuencia–añade Julia–Por lo que estáis castigados.

–Por un lado, sin salir y por otro, cada uno con cosas particulares–explica Susan.

–Ray, tendrás que cuidar a Meg durante un mes completo–avisa su padre.

–Y Li, tu también tendrás que encargarte de Leah mientras yo esté fuera–avisa papá.

No rechisto, sé que a penas le quedan dos días aquí antes de que tenga que volver. Aunque Leah lo hace.

–No necesito un niñero–bufa.

–Lo necesitas–asegura papá, haciendo que frunza su ceño mucho más.

–Vosotros dos os encargareís de limpiar durante dos semanas la casa, por completo–avisa el tío Alex.

–¡No es justo!–se queja Alba–¡Yo no he hecho nada!

–Has creado una polémica. Una muy grande–su madre alza una de sus cejas al mirarla–Y nada de Liam durante un mes.

–Dos semanas–regateo.

–Cuatro–responde mi tío.

–Tres y limpian los dos coches. Es mi última oferta–dictamino.

–Echo, pero lo harán cada sábado–concreta mi tío. Entonces cerramos el trato con un apretón de manos.

–Nos ayudarás a limpiarlos–asegura Alba.

–Ese no es mi castigo–me alzó de hombros.

–No, pero limpiarás los tuyos–asegura mamá–Y no son pocos, precisamente.

–Tyler, tú tendrás que encargarte de hacer informes sobre proyectos que te iremos proporcionando–agrega su padre.

–Y de hacer la cena–agrega su madre.

–Mario, tu castigo será el mismo que en de Ty–asegura su padre.

–Y Adrián, tu tendrás que encargarte del papeleo y de los informes que te asignemos, detallando las posibles causas del motivo por el que han acudido a urgencias. 

Tras decir ese último castigo, nos miran con enfado, pero tras un par de llamadas de trabajo y recados de los que se tienen que encargar, se van, dejándonos a solas.

–No es justo que yo me haya tragado vuestra mierda–se queja Alba.

–Te has tragado la tuya propia–rueda los ojos Rayan–Por crear una polémica.

–¡Porque me ha salpicado por vuestra culpa!–exclama indignada.

–¿Podéis referirnos a la situación de otra manera?–Mario frunce su ceño–Me está dando mucho asco la conversación.

–Vosotros cumplireis mi castigo, vuestra culpa, vuestra responsabilidad hacerlo–asegura, mientras se cruza de brazos.

–Los vuestros ni siquiera son tan malos. ¡Me voy a convertir en el exclamó de mi hermana pequeña!–se queja Ray.

–¿Te quejas tu? Algunos tenemos que hacer informes y proyectos–bufa Tyler.

–Sois unos pringados–sonrío a medias–Leah se va en dos días, no tendré que cuidarla y me desharé del castigo.

Mis amigos bufan molestos mientras sueltan que tan injusto es la situación.

–En realidad–murmura Leah–Me voy a quedar el resto del curso aquí–comenta.

–¿Aquí?

–Sí, papá se quedará una temporada para verificar que estás bien, y me ha dejado quedarme con vosotros.

–Sigueme–murmuro.

Me levanto del sofá y camino hasta el despacho, cuando entramos ambos cierro la puerta.

–¿Por qué papá no me ha dicho nada?

–Iba a hacerlo esta tarde, pero con lo de las chicas no ha tenido tiempo.

–¿Y que pasa con tu madre? ¿También vendrá?

Ese pensamiento me abruma, sobretodo porque sé que no soy bien recibido por Mónica y dudo que vivir con ella sea una buena idea. Además, sería como entrometerme en una familia de la que no soy parte, sería un invitado en mi propia casa.

–Mama está encantada en Alabama porque tiene a sus amigas y su trabajo allí. Tampoco es como si fuera a morirse por no estar conmigo.

–¿Qué me ocultas?

–Nada–frunce el ceño.

–Mientes. Papá me avisó de que cada vez que mientes arrugas la nariz y lo acabas de hacerlo.

Leah suspira y responde–No llevan una buena racha de pareja, discuten mucho por nosotros. Antes de que llamaras a papá, tuvieron una pelea muy fuerte por...–murmura, pero no termina la frase–El caso es que nunca los habia visto asi. Y cuando lo llamaste, papá dijo que vendría durante una temporada, para así que cada uno reflexionase.

–¿Y por qué decidiste venir tú también?

–No me llevo especialmente bien con mamá, creo que por mi carácter fuerte. Así que venir era una forma de acabar con las peleas.

Aprieto mis labios. La entiendo perfectamente, sé lo que es discutir continuamente con uno de tus padres, y sobretodo, entiendo perfectamente que haya tomado la primera oportunidad que se le ha presentado para huir de la situación, porque yo lo intenté muchas veces. De alguna forma, aunque me sea difícil aceptarlo, saber todo esto me hace sentir extraño, sobretodo por Leah, porque sé a la perfección, que los hermanos mayores, generalmente dejan que les rompan con tal de proteger a sus hermanos pequeños.

–¿Estás bien?–pregunto con cautela.

Leah asiente, aunque muerde su labio inferior, aguantando las lágrimas.

No, no lo está.

Me acerco a ella, y a pesar del rechazo que me causa abrazarla, lo hago, entonces ella suelta un sollozo y me abraza con fuerza, resguardándose en mi pecho, dejando ir todo lo que siente o se ha guardado durante el que parece ser mucho tiempo. Leah solloza mientras suelta susurros que no puedo oír. Acaricio su espalda y apoyo mi mentón en su cabeza, después subo una de mis manos a su cabeza y la abrazo con fuerza, dándole la seguridad y el apoyo que tanto necesité yo, y que seguramente necesite ella.

¿Juntos? ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora