Capítulo 35 *

63 3 0
                                    

2 de julio

Liam:
Cuando me levanto, siento unas terribles ganas de vomitar. Hoy se cumplen cinco años desde que perdí a mi hermano mayor, a mí compañero de vida, a uno de mis mejores amigos, a mí todo.

A pesar de que me cuesta horrores, me levanto de la cama, suspirando para después ir hacia la cocina, donde están papá y Leah desayunando. Papá luce demacrado, está despeinado—algo muy poco común en él—hay unas ojeras decorando sus ojos oscuros como los míos y todavía lleva puesto su pijama. Creo que es el primer año que lo veo en esta fecha y que él se expresa, ya que los otros años siempre ha huido o a su despacho o a Alabama, de tal forma que no podíamos ver cómo de afectado estaba.

Aunque tampoco puedo echarle en cara nada, ya que yo los primeros años me encerraba toda la semana en mi habitación y no salía, durante los últimos años me quedaba encerrado tan solo ese día, pero durante la semana bebía tanto que ni siquiera estaba consciente.

Cuando papá me ve, me intenta sonreír pero ninguno tiene ganas de hacerlo, ni siquiera Leah intenta animarnos porque sabe que hoy no es posible hacerlo.

–Hola–murmura mi padre. Asiento como saludo.

–¿Como estás?–me pregunta Leah con rapidez.

–¿Como crees que estoy?–murmuro.

–Demacrado–responde con honestidad.

–¿Quieres hacer lo que nos recomendó la terapeuta?–pregunta papá.

–Necesito a Alba para hacerlo–murmuró.

–¿De que habláis?–pregunta Leah cautelosa.

–Se basa en contarle a alguien importante que pasó aquella noche y como afrontaste la situación–me explica papá–Tenemos que elegir a dos personas cada uno, yo te he elegido a ti y a una persona externa, en mi caso mi mejor amigo y en el de Li, Alba y Alex.

Le mando un mensaje a Alba el cual no tarda en responder diciéndome que en cuarenta minutos estarán en casa, además de otros diez mensajes diciéndome cuánto me quiere y que está aquí para lo que necesite. Durante los cuarenta minutos me ducho, notando como la cicatriz de mi espalda arde y me cambio el pijama por un pantalón de chándal negro de Nike junto con una camiseta blanca de la misma marca, después voy hasta el salón, donde se encuentra mi hermana ya vestida—con una camiseta gris, unos pantalones cortos negros y su cabello en una trenza—y mi padre, que lleva el mismo pantalón de chándal negro que yo, junto con una camiseta roja.

Cuando el timbre suena, papá se acerca abriéndoles la puerta, entonces me levanto y espero a que Alba aparezca en mi campo de visión, cuando lo hace, algo se contrae dentro de mí. Su cabello está atado en una cola de caballo, sus ojos están levemente rojos de haber llorado y sus labios enrojecidos de habérselos mordido, lleva puesta una de mis camisetas de fútbol, que le tapa hasta los muslos, por lo que supongo que debajo llevará unos pantalones cortos.  Cuando me ve, se tira a mis brazos, por lo que la agarró con fuerza por los muslos, pegándola a mi todo lo que puedo.

–¿Como estás? ¿Necesitas aire? ¿Has comido algo?

–Estoy agotado y no, no necesito aire y no tengo apetito alguno.

–Tienes que comer a lo largo del día, Lilo–susurra en mi oído.

–¿Como estas?

–Me he pasado media noche llorando al pensar en lo mal que estarías y en lo tonta que he sido al no quedarme a dormir contigo está noche–confiesa–Y sinceramente me he sentido tan mala novia que he pensado que si me veías arreglada ibas a pensar que no me afecta la fecha.

¿Juntos? ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora