La investigación contra la cura de una enfermedad, llevará al investigador Kim NamJoon a una isla remota, de la que se tiene una escasa información. Se llevará con él a su ayudante Min YoonGi y al médico Kim SeokJin. El equipo será guiado por el avi...
Wuuuju, continuamos con el drama del NamJin, coger palomitas.
En este capítulo se desvela por qué Jin es como es. Releer el capítulo 5 si no recordáis bien lo que había ocurrido <3.
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Pude ver cómo mis palabras afectaban al doctor. Su rostro se volvió pálido y comenzó a morderse los labios. Momentáneamente pude ver en sus ojos oscuros un profundo dolor, para después ocultarse en la mueca de indiferencia que SeokJin solía portar la mitad del tiempo, cuando no estaba quejándose o siendo prepotente. ¿Hasta qué punto el hombre frente a mí se había mostrado tal y como era? ¿Quién era en verdad Kim SeokJin?
Ansioso, pero sin lamentar mis palabras pude ver como el mayor apretaba sus manos en un fuerte agarre, perdido tal vez en sus propios demonios internos, sin darse cuenta de que sus uñas habían roto la piel de sus palmas y la sangre resbalaba sobre la piel pálida.
-SeokJin-ssi. -Le llamé preocupado, sin ninguna reacción por su parte. -SeokJin... ¡Doctor!
Mi grito pareció sacarle de su ensoñación, su mirada mostraba recelo, como si hubiera creado una muralla entre nosotros. Con suavidad me estiré y sujeté sus manos para evitar que siguiera haciéndose daño. Sus facciones se cubrieron con rabia y me empujó con fuerza, alejándome de él.
-¡No me toques! -Gritó colocándose a varios pasos de mí. -No me mires, no te atrevas a mirarme con esa cara, como si estuvieras compadeciéndome. -Decía con desprecio, su anterior fachada rota. -No todos podemos tener una vida y un trabajo de ensueño profesor. -Escupió con asco. Para después abrazar su pecho y mirar al suelo. -Haz lo que te dé la gana, pero sácanos de aquí.
No importó cuantas veces intentara iniciar una conversación, el mayor no me respondía. Tan sólo se limitaba a seguirme en silencio mientras acunaba sus manos heridas. Y de nuevo volvía a preguntarme, ¿Quién eres realmente? ¿Qué ocultas bajo todas esas capas de falsedad? ¿Me dejarías ayudarte?
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Caminamos sin rumbo durante la mayor parte del día, sentándonos sobre una piedra musgosa cuando el calor del día se hizo demasiado asfixiante y bebiendo agua en pequeños riachuelos que encontrábamos entre los árboles. Las pocas bayas que conseguía encontrar que eran comestibles se las daba al taciturno doctor, que las aceptaba y las comía sin rechistar. Incluso cuando pasamos al lado de una Rafflesia arnoldii*, plagada de insectos y que expedía un olor terrible avanzó sin quejarse.
-Doctor. -Le llamé una vez más, sin recibir respuesta. Le miré de reojo y el hombre parecía ir sumido en sus pensamientos. -No está solo doctor. Ya sé que no somos amigos, y posiblemente nunca lo seamos. No sé por lo que ha pasado, ni lo que ha vivido ni está viviendo. Tampoco soy un psicólogo que pueda ayudarlo con sus problemas, pero puedo escucharlo. A veces contarle los problemas a un completo extraño es mucho más sencillo que guardárselo dentro, no le voy a juzgar.
