capítulo 1

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- Salí de allí a toda prisa, no quería explicaciones, ya lo había visto todo, corrí a máxima velocidad cortando camino por un callejón zigzagueante y luego doble a la derecha para ir a mí casa - Aunque el día estaba espectacular, yo solo quería encerrarme en mí habitación y no salir más -

- ¿ Cómo tuvo las agallas ?  ¿ cómo se atrevió el muy sin vergüenza ? -  todo esto repetía mientras me dirigía a paso firme hacia mí dulce hogar.

Pasó de ser "todo"  a nada en un milisegundo, dejó mí corazón abatido, humillado, sin ganas de amar ya nunca jamás- O al menos por ahora eso era lo que quería. 

Llegando a mí hogar, eché llave a la puerta para poder abrirme paso y encerrarme en mi cuarto. 

- ¡Diablos! - en ese preciso momento recordé que dejé la puerta abierta.

Bajé las escaleras rápidamente y cerré con dos vueltas, ascendí sobre los escalones para ahora sí, encarcelarme en mí cuarto.

Me desplomé sobre mí cama, la cual estaba hecha un desastre, pero eso poco les importo a mis lágrimas que se convirtieron en un río desbordado, humedeciendo toda la sabana, desde allí mismo, con total vulnerabilidad, llamé a Rebbe sin dudar. Estaba toda temblorosa, no podía hablar solo sollozar.

- Re...Rebe ven, po... por favor

>> Es que yo... Él estaba...

Mis palabras parecían no tener fin, pero ella con su infinita paciencia, logró calmarme, me dijo que vendría a verme así podríamos charlar mejor.

Rebecca, es mí hermosa mejor amiga, es una mujer bellísima, una chica con una contextura física armoniosa y una dulzura incomparable, aunque si te metías con los suyos sacaba su demonio interno, ese que todos tenemos guardado y yo presentía que esa noche saldría.

Rebecca

Estaba dándome una ducha reparadora, después de una exhausta clase de ejercicios matutinos cuando de repente sonó mí celular y la voz que me devolvió éste sonaba muy compungida.

- ¡ Ey chica ! , por favor cálmate y dime ¿qué ha pasado mí cielo? - dije intentando llevarle paz.

- Es que yo... - balbuceaba Rachel y me desesperaba el escucharla así, pues ella siempre era pura risa y alegría.

- Él estaba... - se notaba nerviosa, casi podría asegurar que estaba temblando por el tono de su voz.

- Tranquila, escúchame, tranquilízate respira profundo, inhala y exhala, yo en un rato ando por allí ¿estás en tu casa verdad? 

- Ajam - Le escuché decir.

-Ok, ahorita llego y me explicas que ha sucedido, te quiero baby - dije,  y corté para emprender rumbo a su casa.

El camino se me hacía eterno, yo estaba en la otra parte de la ciudad y a el paso que iba debía correr, o mejor...

-¡Taxi!- Grité cuando me acercaba a uno.

Un taxi color blanco fue el que dispuso el destino para llevarme al encuentro de mí amiga, le indique la dirección, ya que allí me dirigía.

 Rachel, es mí mejor amiga en todo el universo, no hay nadie que se le parezca, bellísima, se había teñido el pelo hacía poco, de violeta << fiel a sus locuras>> 

y le quedaba brutal, combinaba a la perfección con sus ojos.

sin dudas, el hombre que tuviera a mí amiga tendría un tesoro, con una personalidad arrasadora. 

Siempre y cuando el dichoso sujeto la supiera valorar... Aunque este no parecía ser el caso...

<<Rach, no cometas ninguna locura, ya voy hermana>>

- Es Aquí- le señalé al taxista, cuando al fin llegamos a lo de mí amiga, su casa era increíble tanto por fuera como por dentro... Aunque siendo sinceros, no sé qué tal se encuentre el interior de la misma en estos momentos.

Al llamar a su puerta -muy bella por cierto, color marfil con toques dorados.

mi gran amiga me recibió en un estado catastrófico, si mirabas por encima de su hombro parecía que un torbellino había pasado por su living , quizás se desahogo arrojando todo lo que encontró a su paso.

Pero lo que más llamó mí atención fue su delineado, ese que siempre suele llevar muy prolijamente en una fina línea oscura ahora se había corrido por tanto llanto y literalmente parecía salida de una película de terror, pues este sí que había corrido por su rostro gracias a esas lágrimas...

Cada vez tenía más ganas de matar al motivo por el cual su sonrisa se había borrado.

- ¡ Hermana ! - le dije con una mirada compasiva y la abracé fuertemente.

- Por favor NO me sueltes - dijo aferrándose a mí.

- No, no lo haré... Pero ¿qué ha pasado mí vida? - cuéntame - le insistí.

Caminamos abrazadas hasta el sofá más cercano, dónde sin dudar ella agarró un almohadón a cuadrille -ubicado en el lugar izquierdo del mismo- lo abrazó fuertemente hundiendo su cara en él, llorando y gritando con una furia jamás conocida.

- Rach, ¡ Suéltalo ya! - dije con voz firme - Ahora sí, ya no aguantaba más y quería con urgencia saber que le había sucedido a mí amiga.

¿ Que habría hecho aquel asqueroso sin vergüenza para dejarla así?

¿ Cómo tuvo el coraje de lastimar un corazón tan noble ? - Eso pronto lo sabría -

Mientras, ella no paraba de llorar dije lo primero que me vino a la mente.

- Rachel, Rachel ¿ Quieres agua ? - con intención de sacarle alguna palabra.

- Nn.. no - respondió algo abatida y eso fue lo único que conseguí con mí estúpida pregunta

- Camarada, me pones de los pelos puedes siquiera intentarlo ¿Si?

Puedo notar que es algo grave, pero si no me cuentas no podré ayudarte - dije exasperada - 

la paciencia no era una de mis virtudes y por mucho que lo intentara, esta situación no la sacaría -

- Está bien, lo intentaré - me dijo sollozando ya con el abrasador apartado de su rostro.

<< Bien Becca lo lograste >>

Rachel

-El día estaba radiante, al verlo pensé "será una jornada maravillosa, quizás la mejor de todas" estaba dispuesta a sorprender a Roger pero ¿como son las vueltas de la vida no? La sorprendida fui yo.

- Cómo, ¿que ha hecho?, o mejor dicho ¿de qué manera la ha cagado? Otra vez - dijo frunciendo el ceño.

Ella sabía lo que era él en mí vida, pero yo estaba ciega de amor, teníamos una relación tóxico dependiente. Nos destruimos mutuamente pero nos "amabamos" o eso creía yo hasta que una pared, llamada realidad me abrió los ojos.

- ¿Recuerdas a la "simpática" de ReGata?, digo Renata - le pregunté a Rebe, haciendo una notable mueca de desagrado y acertando una vez más con mis peculiares sobrenombres.

- Si la recuerdo, como olvidarla si con su belleza "Norteamericana" puso idiota a todo hombre cual la mirara. Espera no me digas que... - dijo mí compinche y abrió los ojos como el dos de oro- conociéndola ella ya se había hecho toda la película en un milisegundo.

- Si eso mismo , dije - y nuevamente rocíe con mis lágrimas que caían cual gotas de lluvia por la ventana, el almohadón mullido.

Rebe me abrazó tan fuerte, sentí paz de tenerla en mí vida, debía tomar el coraje necesario y comenzar el relato de lo que fue la peor mañana de mí vida.

Tomé un vaso con agua, aclare mí garganta y comencé a contar todo lo que ví. 

Realmente... ¿Estás vacía? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora