La noche había caído y con ella la baja temperatura.
En la habitación del joven azabache se hallaba una paz enorme, y en especial cuando al lado del mismo se encontraba su mayor tesoro. El pequeño castaño se unía en un cálido abrazo con su ahora cuidador.
La tranquilidad que se sentía en el lugar era inmensa. Leo no podía dejar de admirar la ternura que ahora lo abrazaba. Su cansancio era grande, pero las ganas de seguir viendo dormir tan plácidamente a su niño lo eran aún más. A pesar de saber que debía descansar para el día de mañana, no paraba de pensar en la suerte que tenía por tener a Donovan a su lado.
Decidido a por fin cerrar los ojos y descansar siquiera por un poco de tiempo, apegó más a su niño y envolvió en un cálido abrazo.
Pasadas las horas, llegó el momento de despertar, y sucedió con la ayuda del despertador de Leo. El sonar del mismo se hizo escuchar por toda la habitación, Leo en un intento de levantarse a apagarlo, algo no se lo permitía, algo lo mantenía atado. En un vistazo rápido, puede darse cuenta que se trata de Donovan, quien lo sujetaba con fuerza para que no se fuese de su lado, sin intención de despertarse por completo y sin abrir los ojos, soltando pequeños quejidos por haber interrumpido su sueño tan etéreo.
Con una pequeña sonrisa, el mayor atrae hacia él a su "pequeño anclaje" y lo asegura a su cadera mientras dejaba reposar la cabeza del mismo en su hombro. A pasos calmados se acercándose al despertador y lo apaga.
Era claro que su niño deseaba seguir durmiendo un poco más, pero ambos debían ir a la escuela. Con calma se sentó en la cama con su niño aún en brazos, y separó del agarre del menor para ver cómo abría lenta mente sus ojos, esos que tanto le encanta ver cada día llenos de un brillo singular.
L: Vamos. Es hora de levantarse mi pequeño-animó con una sonrisa-
El mencionado hizo un ligero puchero lanzando su cabeza hacia atrás en discordia.
Para el mayor, fue lo que le hizo reír para luego seguir intentando hacer que su niño se prepara para la escuela.
D: Pero quiero seguir durmiendo-expresó disgustado al azabache mientras le veía directamente-
Quizás si se comportaba adorable frente a él le dejara faltar ese día, y tan solo ese. El castaño sabía que hacerse ver tierno lo ayudaba a hacer que Leo no pudiera resistirse; y más aún cuando hacía caras tristes. Planeado todo, lo intentó con toda la esperanza del mundo.
L: Sé que no quieres, pero debemos ir. Además, no hagas eso, sabes que eso no impedirá que vayas a la escuela-dijo con una sonrisa confiada habiendo atrapado al menor en su intento de chantaje-
Donovan tenía aún un as bajo la manga, tenía aún una oportunidad; sabía que no era correcto utilizarlo para algo como faltar a la escuela pero en serio quería seguir durmiendo, todo el azúcar que consumió la noche anterior, que, además, fue Íker quien le dio todos esos dulces con la única condición de no decirle a Leo, no le había dejado dormir. No perdía nada con intentarlo; o eso esperaba.
D: Por favor...Papi-intentó nuevamente dedicando una mirada linda al mencionado-
Leo no podía creer que su niño había intentado sobornarlo con ese apodo, sabía cuánto le encantaba que lo llamase así, pero antes estaba su responsabilidad con el mismo. Asegurando el agarre a la cintura del pequeño sentado en sus piernas viéndole directamente con una mirada tierna, terminó perdiendo; al menos un poco.
L: Está bien, tú ganas-terminó aceptando resignado-
El castañito al escuchar eso comenzó a dar pequeños saltos en su lugar, tomando el rostro del pelinegro entre sus manos.
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Todo estará bien mi pequeño
Ngẫu nhiênLeo, un estudiante de la preparatoria, quien lleva una gran relación de amistad con el hermano menor de su mejor amigo Alan, se hace cargo del menor en una nuevo estilo de vida. Leo consigue por fin encontrar su razón de seguir adelante y dejar atrá...