¿Eres uno de ellos? Esto es nuevo para mí

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La noche transcurrió pacíficamente. Todo estaba en un silencio magnífico, claro que lo era después de la bella escena que brindaban Leo y Donovan en la habitación.

El más pequeño se sentía muy seguro en los brazos del mayor, había despertado de repente, malos sueños, nada diferente a las últimas noches. No quería decirle a Leo ya que le veía muy preocupado y ocupado en otras cosas como para molestarle con algo tan insignificante, sus malos sueños podrían esperar.

Aunque era verdad que no le gustaba tener esos desagradables sueños, a Donovan le pareció que en esa ocasión había sido algo bueno. Gracias a que, por aquello de las tres de la mañana, despertara de golpe y algo agitado, logró ver algo que adoró. Pudo ver al azabache dormir de forma tan tranquila. Fueron duros días de escuela.

Tras acomodarse en los brazos del mayor, Donovan decidió tomarse un poco de tiempo para observar al contrario. Era...complicado de explicar. Le gustaba ver sus azabaches cabellos que le cubrían bastante, escuchar sus plácidas respiraciones, sentir cómo se perdían sus propias manos en las del otro y...no se había percatado, de lo cómodo que se encontraba, que traía puesto algo en sus labios.

Fue grande su sorpresa al ver de lo que se trataba, nunca se imaginó a sí mismo utilizando algo como un chupete a su edad, pero fue de aún mayor sorpresa que lo haya utilizado por tanto tiempo sin darse cuenta. No le...disgustaba. Se sentía tranquilizador y los colores le gustaban. ¿Estaría mal si dijera que quisiera seguir usándolo? ¿Cómo llegó eso hasta él?

Ganando las posibilidades malas, mejor optó por guardarlo en su bolsillo, que, por cierto, tampoco recordaba el momento en el cual se había puesto la pijama. Vino a su mente una vaga idea de quién pudo tratarse cuando sintió removerse quien le abrazaba.

Quien sea que lo viera en esa posición se burlaría de él. Incluso él mismo lo haría. Pasó de la noche a la mañana de ser un adolescente común y corriente a uno, pero mil veces más infantil y mimado. Ahora hasta utilizaba chupete, era demasiado, ya que todo eso era...malo, ¿no?

Tanto pensar le causó sentir de nuevo sueño, prefirió girarse y acercarse más al pecho del azabache para escuchar sus latidos y sentir su calor. Eso le tranquilizaba mucho y hacía sentir seguro, amaba ese lugar feliz, tanto que se quedó nuevamente dormido.

Horas y horas pasaron, hasta que el despertador del azabache sonó a las 8 en punto de la mañana. Todo estaba aún muy silencioso. Parecía que nadie se levantaba aún. Al menos y por su parte, Donovan sí había despertado ya. Le recordaría luego al mayor no colocar su despertador tan temprano.

Al girarse para ver al mencionado, notó algo extraño en el mismo, parecía temblar un poco. Acercándose para observar más de cerca a su mayor, sintió la alta temperatura de este.

Eso no era buena señal, sería mejor buscar ayuda pronto.

De un pequeño salto, el preocupado castañito bajó de la cama y salió de la habitación para dirigirse a la del lado. La de Íker.

Antes de entrar, llamó a la puerta, pero sin tener respuesta de su tocar decidió mejor entrar. Sus pequeñas manos se asomaron en el marco de la puerta con timidez, de a poco ingresó por completo.

La habitación era bastante oscura, casi no se veía por las negras cortinas que impedían el paso de la luz del sol. Donovan recorrió con cuidado el lugar, había muchas cosas por el camino. Acercándose a lo que creía ser el dueño de la habitación, se trepó con algo de dificultad a la cama del mismo y se subió en él.

D: Íker...creo que algo malo le pasa a Leo-con voz preocupada intentó despertar al contrario-

El rubio no le dio importancia a lo que el pequeño decía, solo quería seguir durmiendo. Estaba teniendo un hermoso sueño con...cierta chica de ojos verdes y cabellos oscuros castaños; de piel tan suave y pálida; con una sonrisa tan linda y aquél aroma tan agradable.

Todo estará bien mi pequeñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora