Dos adelante y uno atrás, larga vida a la súbita bailarina

981 59 10
                                    

Hoy era el gran día. Hoy por fin Donovan se enfrentaría no solo al temido profesor Frank, sino también al examen de este. Por una parte, estaba aterrado, pero por otra, se sentía un poco seguro al recordar que el día anterior Leo le había ayudado a prepararse para aquella prueba. Esa mañana la rutina se completó con normalidad.

Ya de camino a la escuela, esta vez el castañito se sentía muy feliz de que nuevamente pudiera tomar la mano del azabache, ya no únicamente al cruzar las calles sino en todo momento; sin embargo, el momento era agradable exclusivamente para ellos ya que Íker, olvidó por completo estudiar para su examen del día, los nervios se apoderaban de él.

De todas las maneras posibles, los chicos llegaron a su destino. Decididos, y uno de ellos esperanzado de que su "técnica" de marcar todas las respuestas al azar funcionara, cada uno se dirigió a su salón correspondiente. Los de mayor relación se despidieron de la manera más discreta posible, siéndolo no mucho a opinión del rubio con tantos abrazos y palabras cursis.

En el caso de Donovan, naturalmente tomó asiento y se dedicó mejor a repasar mentalmente lo estudiado el día anterior. Para su sorpresa, la novedad fue que al levantar la mirada se encontró con los azulados ojos del pelirrojo quien se recientemente se convirtió en su amigo.

Ez: Llegas temprano, apenas somos nosotros-dijo sonriente-

El ojimiel estaba tan concentrado en no olvidar lo aprendido que no notó la poca presencia del lugar. Ver a su nuevo amigo le hizo sentirse un poco más tranquilo, devolviendo la sonrisa dirigió toda su atención al presente.

D: Quería asegurarme de no llegar tarde para el examen. ¿Y tú qué haces tan temprano aquí también? -preguntó de forma juguetona-

Ambos conversaron durante un poco más de tiempo hasta la llegada del resto de sus compañeros, todos presentaban preocupación en sus rostros, minutos después mostrando aún más cuando vieron llegar al profesor con varias hojas en mano.

El profesor Frank se pasó por cada uno de los asientos y entregó a cada alumno dos hojas, llenas de problemas por ambos lados, no le bastaba torturarlos con una sino dos hojas de examen, esto se iba a poner feo. Para cuando el adulto llegó hasta Donovan, se detuvo a sonreír maliciosamente para luego entregarle el examen.

F: No te preocupes si no lo logras, después de todo no me sorprendería-murmuró para ambos-

El discente no respondió y dirigió la vista sin expresión alguna hacia su labor, esto molestando al mayor, este quería realmente ver la desesperación en el semblante del castaño. Para cuando terminó de repartir la prueba, se colocó en el centro de la pizarra y alzó la mano, contando de forma regresiva bajando cada uno de sus dedos.

F: El tiempo comienza en...tres...dos...uno...Comiencen-dijo tomando asiento- A cualquiera que atrape copiando podrá tomar por anulada su prueba.

Todos empalidecieron al ver el contenido de la prueba. ¿En serio el profesor había enseñado esos temas?, estaban perdidos por completo. A como pudieron, se las arreglaron para escribir lo que creían era la respuesta.

El paisaje era magnífico para el alto hombre sentado frente a todos esos pobres agobiados, sonreía cada vez más al ver a unos rendirse al solo ver el contenido, a otros rezar para ser iluminados y unos pocos más respondiendo con inseguridad desbordante; pero fue borrada su sonrisa al ver al castañito sentado delante de su escritorio, se veía...tan relajado, leía con detenimiento y calma.

Minutos infernales pasaron y ya solamente quedaban diez para que el tiempo de entrega se cumpliera, nadie se había levantado a entregar su examen, excepto Donovan quien lo hizo desde ya hacía un poco de tiempo. Definitivamente se sentía bien consigo mismo, sabía que le iría bien.

Todo estará bien mi pequeñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora