Un lugar especial llamado hogar

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Leo no sabía por dónde empezar. Debía darle una respuesta a Claudia; de hecho, también a su padre.

L: Sobre ese asunto...es algo...difícil de explicar. Hay algo de lo que quiero hablarles.

I: ¿Acerca de qué? Espero no se hayan metido en problemas -indagó preocupado- Aunque podría esperarlo más de Íker que de ti, Leo.

El rubio le vio con sorpresa. ¿Tan mala fama tenía?

Í: ¿Por qué solo de mí? -exigió molesto-

I: Por favor, Iker. Tú lo sabes muy bien.

Éste último se quedó callado y cruzó de brazos.

Í: ¿Sobre qué querías hablarnos, Leopold? -trató de cambiar el tema fingiendo molestia, recordaba con algo de risa el último incendio-

L: Tienes razón. Verán. Ya que... -se quedó unos segundos callado para cambiar de idea- ya que la última vez no pudimos quedarnos los tres juntos, pensábamos hacerlo hoy. ¿Puede quedarse Donovan esta noche? -pidió con una pequeña y obvia risa nerviosa-

C: ¿Qué no lo habían hecho hace unos días? Creí que estaban con él ya que no regresaron a casa.

Había olvidado ese detalle. Ellos no sabían que se quedaron en el ático, ya que dormido es lo que menos lograron hacer. Debía pensar en algo rápido. ¿Por qué tenía que ser tan difícil sobre lo ocurrido?

Í: Así fue, pero...no pudimos quedarnos toda la noche ya que tenían visitas, por lo que salimos y luego regresamos -alcanzó a excusarse salvando al azabache-

L: Y esta vez quisiéramos que fuera una noche completa en casa. Sin salir. Solo nosotros.

El más pequeño de todos los presentes miraba a los hermanos confundido. No recordaba haber hablado nada de eso con ellos; sin mencionar que aún seguía algo molesto por su "abandono" esa noche.

D: Pero... -intentó preguntar cuando fue interrumpido por Íker, tomándolo en sus brazos y llevándoselo muy falsamente sonriendo-

Í: Dejemos que los adultos hablen. Te enseñaré mi habitación -invitó al menor mientras éste le veía con el ceño fruncido-

A decir verdad, el rebelde adolescente veía tierno el pequeño puchero que hacía su ahora encargo. Le ayudaría a Leo despejando el camino un poco.

Quedando los mayores de la familia solos, siguieron hablando.

C: Sinceramente no veo ningún problema. Además, es muy lindo. Hacía tiempo que no convivía con un niño tan pequeño -dijo muy enternecida-

I: Bueno, es cierto. Es un pequeño muy alegre y agradable. Pero ¿estás seguro de que puede quedarse, Leo?

L: Claro que sí. Por ello fui personalmente a pedirlo. Así que...¿puede?

Los adultos intercambiaron miradas y no pudieron negarse.

C: Está bien; pero no se queden hasta muy tarde.

I: Y no hagan nada malo -añadió sonriente-

Siempre tan sobreprotectores. Ya tenía edad para saberlo. Sin más, se sintió aliviado y agradeció.

L: Ya lo sé. Gracias. Íker y yo nos encargaremos.

I: De acuerdo. Por cierto -añadió cambiando su tono a serio- tendré que hacer un pequeño viaje de negocio algo lejano, por lo que me quedaré en un hotel de la zona. Así que quería, de ante mano, que cuides a Íker y a Claudia.

Leo le vio algo resignado y aceptó la "misión" encomendada por su padre.

L: No te preocupes, yo me encargo. Nos la pasaremos bien y no notaremos el tiempo -inspiró confianza con suaves y honestas palabras-

Todo estará bien mi pequeñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora