6. Los Lugares Donde Nos Reuníamos

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Todas las historias son como una moneda, siempre hay otra versión. Todo lo que los ojos del guardián no podían ver y lo que dejó de ver, era recordado al menos en una libreta y restos de memorias en aquel chico castaño que también tenía su propia historia.

Era media mañana cuando el estudiante de segundo año de la clase tres bajó a despejarse, era tiempo de estudio, pero el joven de 17 años no estaba de humor para estudiar por cuenta propia, ni siquiera para estar ahí.

De una familia promedio, pero con grandes expectativas en un joven tan brillante como él. De carácter frío y serio, muchos decían que sin expresión, el estudiante vivía su vida estudiantil de la misma forma que lo había hecho.

- ¿Te vas escapar de nuevo? – preguntó el chico asustando al castaño

- ¡Mo Liang! Me pegaste un susto. – se quejó el otro

- Perdón. – rió su amigo

- Sólo iré por allí, estoy aburrido. – dijo bajando las escaleras. – Nos vemos al rato

El chico siguió sin interés por las escaleras dejando a su mejor y único amigo, Mo Liang. Habían estado juntos desde el jardín de infantes y estaba seguro que serían amigos el resto de sus vidas.

Con un gran bostezo el chico de segundo año bajó las escaleras uno a uno, no había muchas personas en los pasillos, pero n había necesidad, la única persona que él necesitaba, era esa que vio resbalarse al cruzarse con él. Con habilidad, el castaño se dio media vuelta para apoyar su mano en la espalda de ese chico que iba subiendo y que estuvo a punto de caer.

Normalmente él era ajeno a todo a su alrededor, pero como podía serlo cuando el aroma a fragancia dulce envolvió todos sus sentidos. Aquel encuentro fugaz que significaría la dicha y desdicha de toda su vida.

- ¿Estás bien? – preguntó preocupado viendo al otro con sus ojos bien apretados esperando el golpe

- Gracias... - dijo algo nervioso cuando abrió los ojos y se dio cuenta de lo que pasaba. -Lamento, yo... - el castaño sintió como el otro chico se iba fuera de sus brazos

- No, no te preocupes... - era extraño, pero al encontrarse con los ojos de aquel chico, sintió ruborizarse. - Yo... no te había visto antes, ¿de qué clase eres?

- 1-4... ¿Y tú?

- 2-3. – contestó el otro sabiendo que era mayor que él

Por un momento ambos chicos se quedaron en silencio, que más se podrían decir ahora, lo mejor era despedirse y seguir sus caminos, pero los ojos de ambos seguían fijos en el otro.

- ¿Cómo te llamas? – dijeron ambos al mismo tiempo

- Yo me llamo Yibo, es un gusto. – dijo primero

- Zhan, el gusto es mío. – contestó el menor

Yibo extendió su mano para saludar a Zhan, este sólo lo miro extraño, estaba siendo muy formal. Zhan no aguanto más y se echo a reír, aquello sorprendido un poco a Yibo, pero entonces al ver la expresión de Zhan, como sus ojos se cerraban por completo y se agarraba del estómago para reír aún más fuerte, todos los pensamientos de Yibo se detuvieron. Era simplemente hermoso.

- ¿¡Qué hacen ahí?!

- Corre. – dijo Zhan tomando a Yibo del brazo y corriendo hacia arriba

- Espera. – Yibo justo venía de arriba

Ver la espalda delgada de Zhan mientras corrían, su sonrisa traviesa cada vez que se giraba a ver, era extrañamente placentero para Yibo. Quizás era porque sólo tenía un amigo y este sentimiento de felicidad que había olvidado podía sentir fue tan reconfortante, que Yibo no le dio importancia a los sonidos que provenían de su corazón.

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