9. La vida que tuvimos

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Pocos sabían lo que verdaderamente habían pasado Yibo y Zhan, pocos sabían el inmenso amor que se tenían y lo mucho que les costaba limitarse para que nadie les descubriera. Habiendo pasado los años, el amor entre aquellos amantes prohibidos era el mismo, sin embargo, la sociedad no era la misma.

El código penal que se había abolido años atrás volvió, y la homosexualidad volvió a criminalizarse, lo que complicó en todo la situación de Yibo y Zhan. Si bien, nunca se había visto de buena manera las parejas del mismo sexo, al menos no eran tratados como criminales. Ahora no solo era el miedo a que amigos y familia los juzgaran, sino que la sociedad lo hiciera frente a un juzgado.

A pesar de aquello, Zhan y Yibo continuaron viéndose, protegiendo su relación con ayuda de Ruo Fei. Yibo comenzó a trabajar en la misma empresa que su padre, era su orgullo, lo que siempre quiso que fuera. Mientras que Zhan tenía un pequeño puesto en una editorial.

A su edad, las inevitables preguntas comenzaron, "¿Por qué no tienes novia?" "¿Cuándo vas a casarte?" preguntas que eran evitadas o respondidas a medias por la pareja. Y aunque ahora era efectivo. Muy pronto, Zhan y Yibo iban a darse cuenta de que no era tan fácil.

Después de un día ajetreado en sus trabajos, finalmente, Yibo y Zhan habían tenido un día libre para estar juntos. En una pequeña casa, alejados de la ciudad, Zhan y Yibo disfrutaban su compañía, nuevamente, Ruo Fei había sido su coartada. La chica siempre encontraba la manera para que los padres de ambos no sospecharan que en realidad no salía con ninguno, sino entre ellos.

Yibo gozaba de la espléndida vista que tenía ahora, él, sentado en las escaleras en la entrada de la casa, y su novio, su hermoso novio con la cabeza puesta en su hombro. Habían querido ver un amanecer juntos antes de volver a la ciudad, volver a enfrentarse a su ruda realidad en donde no podían ni mirarse tiernamente.

Yibo sonrió al ver a Zhan con sus ojos cerrados, se veía tan sereno ahí, durmiendo con sus respiraciones profundas. El castaño movió con su mano, unos pequeños cabellos de Zhan de su rostro, pero Zhan comenzó a removerse con lentitud.

- Pensé que te habías dormido. – habló Yibo

- ¿De qué hablas? Solo cerré mis ojos un momento para sentir la dulce brisa de la mañana. – dijo Zhan bostezando

- ¿Dulce? Está helando. – Yibo tomó la manta que lo cubría y le cubrió con ella a Zhan. Yibo envolvió por detrás a Zhan con sus fuertes brazos y así ambos quedar bien calientitos.

- Pero eso no importa. – Zhan apretó más fuerte a Yibo. - Si te tengo a ti, ¿cómo podría preocuparme el frío, sí tú me das el calor que necesito?

- ¿Y qué vas a hacer el día en que no esté contigo? – preguntó el otro

- ¿Estás diciendo que no estaremos juntos para siempre?

- No, solo intento decirte, que si no estoy contigo. – Yibo besó la mejilla de su pareja. – Debes saber guardar el calor en tu corazón

- Lo entiendo. – Zhan volvió a poner su cabeza en el hombro del castaño sonriendo por las palabras que le había dicho. – Pero prométeme que siempre estaremos juntos. – Zhan se giró para ver a los ojos a Yibo mientras se lo prometía

- Te lo prometo. – Yibo sonrió, sabía que Zhan estaba preocupado y sólo atinó a besarle en la coronilla

Los padres de Yibo ya habían empezado a considerarlo para citas a ciegas con otras mujeres y así él conociera a una con la que pudiera casarse. Y a pesar de que Yibo se había librado hábilmente de todas esas citas, Zhan estaba preocupado.

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