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“Tuve tantos momentos felices que olvido lo triste que fue darte de mi alma, lo que tu echaste a perder.”

Sus brazos rodeaban mi cintura mientras me abrazaba por detrás, su cabeza reposaba en mi hombro mientras ambos veíamos la hermosa vista del mar. Uno de los beneficios de estar casados y tener trabajos que nos pagan bien, es poder hacer lo que queramos, como comprarnos una hermosa casa de verano en la playa.

Eran momentos como estos los que hacían que estar casados valiera tanto la pena. Meliodas levantó su cabeza y soltó mi cintura, me tomó de la mano y comenzó a caminar sobre la arena hacia el agua llevándome con él. Todo mi cuerpo se estremeció al sentir el agua fría en mis pies, él iba adentrándose cada vez más en el agua, hasta el punto en que nos llegaba al pecho.

Nuestras ropas se estaban mojando.

Meliodas volteo hacia mi, me tomó de los codos y me jalo hacia él para besarme. Sus manos viajaron a mi cintura y mis brazos a su cuello, su lengua entró en mi boca volviendo más profundo el beso. Uno de mis sueños siempre fue hacerlo aquí, en la playa, y Meliodas se tomó muy literal eso de hacer mis sueños realidad.

Fue ayer cuando decidimos al fin después de tres años de matrimonio tener un bebé, ambos estábamos tan encantados con la idea de un hijo, sobre todo él, Meliodas siempre soño con una familia numerosa y yo estoy dispuesta dársela.

Te amo Elizabeth —Me susurró al oído apenas sus labios dejaron los míos.

—Yo también te amo... —Conteste entre jadeos cuando sus labios fueron a mi cuello para besar y chupar la zona. Por Meliodas estoy dispuesta a todo, y ambos tendremos la familia que tanto hemos querido, porque por amor y la felicidad del otro todos hacemos lo que sea.

Saturno - MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora