“Gritan a solas tu voz y mi voz, pidiendo perdón...”
—Entonces, ¿Para que me citaste aquí, Meliodas? —Dije a la vez que tomaba asiento frente a él. Estoy nerviosa, pero hago todo lo posible para que no se note, no quiero, no pienso verme débil ante él, porque sé que con lo más mínimo podría terminar destrozada una vez en sus brazos. No quiero eso, no otra vez...
—Entonces si recibiste mi mensaje —Dijo él, ignorando lo antes dicho por mi. Sonaba algo nervioso. Yo no podía siquiera mirarlo a los ojos, me era difícil, solo miraba mis manos sobre la mesa y como el jugaba con las suyas. Había tantas cosas que en este momento quería decirle...—. Tardaste unos cuarenta y cinco minutos de la hora que te envié, ¿Tuviste algún contratiempo?
—Bueno, ya no eres el centro de mi mundo... —Mentí. Meliodas es y siempre será el centro de mi mundo, pero no puedo hacérselo saber así como así, a penas nos estamos reencontrando después de año de no vernos, al menos no de cerca. Relamí mis labios y lo oí tomar aire, supongo que ambos nos encontramos en las mismas; Nerviosos, desesperados.
—Oh... Entonces hay alguien más.
—No exactamente —Respondí de inmediato, es que sin importar que no puedo simplemente de un día para otro cambiar a Meliodas. Porque para mi un año no es nada, es como si todo aquello hubiera sucedido ayer. No puedo olvidar tan pronto algo que ha marcado mi vida para siempre—. Se que hay una razón por la que me pediste que viniera, por favor dimela Meliodas, no sabes lo doloroso que es tenerte así de cerca.
—Te extraño, Ellie... —Subí mi mirada para encontrar la de él cuando sus manos tomaron las mías. Mi corazón comenzó a latir frenéticamente, tenía las palabras atorada en la garganta. Dios, yo también lo extrañaba, podía hasta gritarlo hasta que todos en ese restaurante lo supieran y se dieran cuenta de lo enamorada que sigo estando de él, que incluso Meliodas lo supiera.
—También te extraño, Mel... —Susurré. Él sonrió, una de sus manos fue hasta mi mejilla y acaricio lentamente, por mucho que hubiera querido no podía quitar su mano, se sentía demasiado bien sentir su tacto después de tanto tiempo. Por más mínimo que fuera el tacto, lo había extrañado mucho. Tanto como la había extrañado a él, y ahora, estando tan cerca de él sólo quiero abrazarlo y no sortarlo.
Sin previo aviso Meliodas me beso, fue lento y dulce, no pude evitar corresponderle. Sentir sus labios sobre los míos después de tanto tiempo era simplemente glorioso...

ESTÁS LEYENDO
Saturno - Melizabeth
Fiksi Penggemar"En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos..." Fueron tantos momentos felices, tantas tardes de risas y besos. Son tantos recuerdos de amor, tantos recuerdos de un amor verdadero, pero que gracias a que yo no pude darte lo que tú más querías, lo...