11 - Te están buscando.

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—¡Mark!

El nombrado alzó la vista con sorpresa, para encontrarse con Mild.

—¿No puedo tener un sábado tranquilo?— dijo, aunque el tono de broma, no le molestaba que esa chica estuviera allí.

—Con lo ocupado que estás dudo que sea así, está tan atestado de clientes.— dijo, con una sonrisa falsa, haciendo un ademán al lugar, dónde con suerte llegarían a ser cinco personas haciendo sus compras.

Mark se encogió de hombros.

—¡Mild!— la voz alegre de Plai, aunque rara para Mark, muy cotidiana para la alfa, hizo que ambos miraran a la sonriente rubia, que llevaba puesto un
vestido violeta, del mismo tono que sus uñas, y demasiado corto para el gusto de Mark.

—Para usar eso porqué no sales desnuda.— comentó Mark, haciendo que la sonrisa en el rostro de Plai desaparezca.

—Calla.— sintió un zape en la nuca por parte de Mild, frunció el ceño, algo molesto —Como si te vistieras tan bien como mi Mae Plai.— cubrió con un brazo los hombros de la rubia, quién volvió a sonreír.

Mark rodó los ojos, las chicas decidieron irse y Mild fue la única que se despidió, al menos de lejos, del pelinegro, alegando que el olor a café le quedaba bastante bien.

No le dio mucha importancia a las chicas y volvió a ver las páginas de su libro, aunque no leía.

Había pensado toda la mañana en lo que había visto en la televisión, no había terminado de escuchar todo, pero las charlas de los clientes le habían dejado claro que ese tal Boun Noppanut había dado una descripción de Gun, su altura y peso, color de su pelo y ojos, y lo que llevaba puesto la última vez que lo habían visto; para después describir a su forma de lobo, aunque Mark creía que se habían equivocado completamente, él mismo había visto lo adorable que era el omega en su forma animal, como un cachorrito de pelaje blanco que parecía de unos pocos meses, mientras que, por lo que había escuchado, Gun cambiaba a un lobo más adulto pero pequeño y algo delgado.

Y para su mala suerte, también habían dicho que el omega tenía más posibilidades de estar en ese mismo barrio.

También se había pedido alerta por si alguien llegaba a sentir el olor a manzanas y caramelo, propio de Gun.

Y cuando escuchó el tema del olor, Mark supo que estaba bastante jodido.

Con todo su departamento apestando a Gun, que ya de por sí tenía olor fuerte, sumado a que ahora el chico estaba en celo y había incrementado, más que Mark ni siquiera tenía olor propio para al menos disimularlo, y que cargaba con el aroma del omega todo el día por dormir juntos toda la noche... Nada parecían estar a su favor.

Y por más que no quería tocar el tema, porque sabía que a Gun le provocaba temor, y que a él tampoco le gustaba la idea de que ocurriera, era algo inevitable.

Debía hablar con Gun de qué pasaría cuando ya no pudiera esconderse más.

Terminó su turno y caminó más apurado de lo normal hacia el departamento, sintiéndose casi perseguido, aunque sabía que solo están siendo paranoico.

Hacía mucho frío, y por más que tuviera varias capas de ropa, este le llegaba a la piel de su cuello, provocando molestias en su garganta.

Y aunque iba con la cabeza gacha para esconder su cuello en la campera, igual alzaba la vista para ver.

Los autos oscuros seguían allí, por cada coche de policía había uno, aunque ahora, esas personas vestidas de traje se veían mucho más amigables que los días anteriores, más sonrientes, desprendiendo olor a confianza.

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