Vaya, la verdad no me esperaba tratos amables, ustedes saben, llevarme en su motocicleta a la escuela, cargar mi mochila, entre otras cosas.
Fue algo impredecible, alguien como Johnny siendo un completo caballero conmigo, Maddie LaRusso. Sabiendo q...
- Encárguese del calentamiento - me ordenó por tercera ves en el día, yo hice la reverencia.
Desde las 8:00 am estamos aquí entrenando en el dojo, sinceramente no me quejo, seguir practicando no me afectaba, pero recordaba que no he pasado mucho tiempo con Madd, ni si quiera los chicos, ahora solo hablamos 2 o 3 días a la semana, eso si me afectaba. Si no fuera por la inesperada visita de LaRusso y lo que al parecer su sensei, nos quedarían 3 horas para terminar el entrenamiento, pero ahora, faltan 5 malditas horas.
Escuché la campanilla de la puerta del dojo, no le tomé importancia y me posicione enfrente del grupo para luego hacer la reverencia, ellos imitaron mi acción.
Miraba a todos los chicos para asegurarme de que hicieran la reverencia y así era, hasta que mi mirada se topa con esos hermosos ojos azules. Era Maddie, había venido, para ser franco no me esperaba que viniera pero... lo hizo, por lo que fui formando una sonrisa sin mostrar los dientes al igual que ella.
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Luego la borré dejando mi cara sin ninguna expresión.
- ¡Posición de combate! - ordené a los demás.
Practicábamos el golpe frontal las mismas 30 veces para luego recibir la orden del sensei para hacer combate. Me dirigí hacia el lugar donde guardaba mi banderín para marcar un punto mientras los chicos rodeaban la colchoneta.
- Brown, Robertson - habló el sensei.
Bobby y Mike se dirigieron al centro de la colchoneta para iniciar el combate, no sin haberle dado la banda roja a Bobby.
- ¡Peleen! - exclamó el sensei.
Bobby había ganado esta ves, no es por presumir pero aquí mis amigos y yo somos los alumnos estrellas.
Narra Maddie:
Había visto cómo había dado ese último golpe Bobby a ese chico moreno, su sensei le había indicado terminar con él, ¿a qué demonios se refiere?. Bobby se miró algo desconcertado al principio pero luego derribó a su compañero con un golpe en la cara. Después los dos se incorporaron con los demás. No me pareció muy apropiado.
- No entrenamos para tener compasión, la piedad es para los débiles - explicaba su sensei mientras pasaba por cada estudiante, el tipo se veía amenazante.
Sentía una mirada y era el rubio de mi novio observándome con esa hermosa sonrisa de hace unos minutos, yo le devolví el gesto.
Sin embargo, algo en su cara me comenzó a preocupar, él tenía un ojo morado, ¿cómo? Él debió estar en la fiesta toda la noche, no encuentro ni una razón para justificarlo, debía preguntárselo.
